martes, diciembre 13, 2016

Mi hijo no me hace caso

Hay que entender que nuestro hijo nos está manifestando que no está bien, pero puede que no esté bien consigo mismo o que no se sienta a gusto en el entorno escolar y/o social (y lo manifieste en casa) o en el familiar. Aquí podemos encontrar diferentes situaciones: baja autoestima, problemas para gestionar las emociones, falta de referentes y/o límites en casa, desarrollar un papel que no le corresponde...

Por eso, lo primero que hay que saber es cómo acercarnos a él. Es básico mantener un contacto visual, por lo que será necesario que nos pongamos a su altura y nos aseguremos de que nos mire. Podemos reforzar esta atención buscando un contacto físico, ya sea mediante una caricia o cogiéndole la mano. A la hora de hablar con él, debemos hacerlo con un tono sereno, seguro, firme y neutral, procurando ser lo más claros posibles, adaptando a su idioma lo que tengamos que decirle. Cuantas menos indicaciones demos, más fácilmente llegará el mensaje.

Llegados a este punto, entran en juego muchos factores, por ejemplo:

- La empatía: hacerle ver que entendemos que se siente mal, pero que expresarlo desde la rabia, con un mal comportamiento o guardándose sus sentimientos para sí, no le ayuda a él ni ayuda a que la familia funcione bien. Ayudémoslo a decir qué le pasa; por eso es clave que nos sepamos poner en su lugar.

- Las emociones: hablando desde las emociones, desde cómo nos sentimos nosotros, le ayudaremos a hacer lo mismo con sus sentimientos. Los hechos son discutibles, pero cómo se siente cada uno no.

- El reconocimiento: ser conscientes de qué le estamos pidiendo y saber reconocer si le estamos exigiendo demasiado o si le estamos dando el mensaje de manera que le llegue. Si no es así, es muy humano poder pedirle disculpas y reformular lo que queremos transmitirle.

- La voluntad de compartir: si hemos vivido de cerca alguna situación similar, nos puede ser de gran ayuda explicárselo. Sin embargo, si el problema afecta a toda la familia, mostrándole cómo nos sentimos y compartiendo experiencias nos ayudará a conectar con él.

- La motivación: hacerle ver que tiene más herramientas de las que cree para poder gestionarlo. Cometer errores o pasarlo mal es una fuente de aprendizaje. Plantearle la situación como un reto le puede ayudar a mirar hacia delante.

- Las alternativas al no: hacerle ver otros caminos, otras opciones, que abran su visión de la situación.

Aun así, a veces están tan enfadados que no quieren hablar. En el caso de tratarse una cuestión innegociable (que vaya a la bañera, que recoja, etc.) volveremos a repetir la consigna con el mismo tono de voz y podemos anticipar las consecuencias de no hacerlo. Es muy importante que, si se está portando mal, no reforcemos esta conducta dándole aún más atención, ya que esto sería una especie de recompensa para que se siga portando mal. En cuanto haga algo en la dirección de lo que le hemos pedido, hay que elogiarlo y dedicarle más atención, ya que, de este modo, entenderá que el comportamiento adecuado es el que le proporciona nuestra atención.

Sin embargo, si este comportamiento persiste, es mejor consultarlo con un especialista, ya que puede haber alguna problemática más compleja que precise una mayor atención.

Via mundopsicologos.com

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