viernes, abril 15, 2011

El hábito de morderse



El hábito de morderse las uñas, síntoma de ansiedad, estrés o tristeza

Bien se sabe que las manías nos acompañan desde que somos bebés: chupar el dedo pulgar, dormir con el peluche favorito o hacerlo aferrado a una mantita; acciones que, según especialistas, son instintivos y de una u otra forma nos tranquilizan y consuelan en la infancia y, aunque muchas de ellas desaparecen con la edad, suelen cambiarse por otra: la onicofagia o morderse las uñas.

Hoy en día, cualquier momento parece ser bueno para morderse las uñas: esperando en fila, durante el trayecto en el transporte público para llegar al trabajo, mientras se escribe en computadora, viendo televisión o, simplemente, por inercia ante cualquier ataque de ansiedad o estrés. Sin embargo, morderse las uñas, puede ocasionar graves consecuencias en las mismas, en las manos o en los dientes, yendo más allá de la estética.



Se asegura que, la onicofagia, surge en la infancia, en general tras la eliminación del chupón o el biberón, con el afán de perdurar la etapa oral (que se da durante el primer año de vida postnatal). Hoy en día se sabe que la onicofagia afecta al 45% de los niños, apareciendo alrededor de los 3 a 5 años, sobre todo entre los niños más nerviosos y aumenta su frecuencia hasta los diez o doce años. A su vez, diversos estudios plantean que, alrededor del 25% de los universitarios y el 10% de los adultos mayores de 35 años continúan con el hábito de morderse las uñas.

Asimismo, la psicología cataloga a la onicofagia como un trastorno nervioso asociado con la ansiedad, el miedo, la ira, el pánico, el nerviosismo, el estrés, la frustración, la tristeza o el aburrimiento. Por ello, diversos especialistas han aseverado que, quienes tiednen a morderse las uñas lo hacen porque piensan que algo placentero, como roer una uña o juguetear con ella, les aporta una dosis de tranquilidad que la situación les exige. De ahí que, la práctica de la onicofagia sea, por momentos, relajante y sirva como distracción ante todo tipo de situaciones.

Ante este tipo de casos, es difícil darse cuenta del desarrollo de la onicofagia ya que, se lleva a cabo a nivel inconsciente, generando, poco a poco, una conducta frenética difícil de detener. Igualmente, plantean psicólogos y psiquiatras, comerse las uñas puede ser resultado de situaciones realmente traumáticas en la niñez, relacionadas con los sentimientos arriba mencionados. Mismos que, pueden ir desde la incapacidad de enfrentarse con problemas en la escuela, tragedias de índole familiar, la perdida de un ser querido, hasta humillaciones o abusos como el bullying.

Por lo que, si se abusa de la onicofagia, es recomendable asistir con un especialista, con el fin de atender la salud mental y emocional, aunado a prevenir otro tipo de factores que surgen tras comerse las uñas.

Como se ha leído, las consecuencias de comerse las uñas van más allá de la apariencia de las manos que, además de mostrar uñas pequeñas, dedos de forma achatada y llenos de pequeños hilos de piel que muchas veces generan dolor, puede también provocar encías y dientes en mal estado ya que, el constante golpeteo al que se someten los incisivos al ejercer la onicofagia, los afecta, desgastándolos, alterando su forma e, incluso, haciéndolos proclives a contraer infecciones bacterianas como la gingivitis o la caries.

Morderse las uñas provoca que, las propias uñas no crezcan bien. Igualmente, se pueden llegar a crear micro traumatismos a lo largo de todo el lecho ungueal (la parte que se encuentra debajo de éstas), alterando su anatomía. Asimismo, la onicofagia, también ocasiona pequeñas heridas alrededor de las uñas, inflamando el dedo y provocando que duela, incluso, está comprobado que pueden surgir padrastros y verrugas periungueales en la piel que rodea a las mismas.

Asimismo, la onicofagia también provoca el desarrollo de pequeñas infecciones por bacterias, virus, hongos o cándidas en las uñas, toda vez que, al entrar en contacto con la flora de la boca, dichos parásitos pueden penetrar al tejido de la uña; además, morderse las uñas implica, necesariamente, estar continuamente chupando y amasando la uña en la boca, lo cual, puede originar que dichas infecciones se trasladan a la mucosa oral dañando boca y encías, siempre y cuando, tampoco, se cuente con una higiene bucal adecuada.

Igualmente, morderse las uñas y posteriormente ingerirlas, puede ocasionar otro tipo de reacciones ya que, al impactarse en la faringe, se desarrollan reacciones inflamatorias en esta zona. También, tras practicar la onicofagia, las uñas pueden aspirarse y pasar al árbol bronquial, favoreciendo la inflamación del tejido pulmonar. Sin embargo, aseguran especialistas, lo más habitual es que sólo pasen al tubo digestivo y acaben mezclándose con las heces ante la imposibilidad de digerir el resto ungueal.

Además, a nivel mental, comerse las uñas provoca también diversas reacciones. Está comprobado que, sobretodo, la onicofagia genera vergüenza ante la posibilidad de que otras personas observen las uñas mordidas o los dedos infectados y heridos, por lo que, surge un retraimiento cuando se trata de compartir actividades que representen la exposición abierta de las manos, como saludar, escribir o comer enfrente de un grupo.

Morderse las uñas igualmente es considerado por algunos psicólogos como una autoagresión al cuerpo, todavez que maltrata los dedos y provoca dolor.

Al respecto, no hay duda, el hábito de morderse las uñas es difícil de controlar, pero tampoco es imposible de erradicar. Se conoce que, sólo se requiere de gran fuerza de voluntad para eliminar la onicofagia ya que, no existen tratamientos al respecto, pero sí algunos consejos que pueden ser útiles.

Algunos especialistas recomiendan que, teniendo la convicción absoluta de dejar de morderse las uñas, sólo se debe establecer un día para dejar de hacerlo totalmente, completándolo con actitudes autocríticas como reconocer la falta de estética e higiene en sus dedos y uñas a raíz de la onicofagia.

Asimismo, se sabe que, en la gran mayoría de los casos, el problema de morderse las uñas no radica en la zona de las manos sino en la de la boca y las fijaciones que, desde la niñez, se tienen. Hechos que, impulsan al afectado a morder algo y, por lo tanto, las uñas resultan ser un blanco fácil para ello ya que, es una parte del cuerpo dura e indolora.

Por lo que, otro consejo para evitar la onicofagia es mantener la boca ocupada y, aprovechar, para que, de vez en cuando, se ingieran alimentos saludables como pequeños trozos de apio, jícama, zanahoria o nueces. Cabe mencionar que, se debe evitar el consumo de chicle o dulces como una manera de frenar la onicofagia, lo cual sería más dañino para la salud. Igualmente, se puede tratar de mantener las manos ocupadas en los momentos de ansiedad con pelotas u objetos que, de hecho, venden especialmente para ello.

Igualmente, hay quienes aseguran que, para dejar la onicofagia, se debe mostrar interés por tener las uñas en buen estado ya que, comenzar a cortarlas, limarlas, pintarlas o, simplemente, dejar que crezcan de manera consciente, obligará al inconsciente a considerarlas y dejar de verlas como un objeto más que se puede morder.

El mal sabor en las uñas representa las medida más empleada para frenar la onicofagia, sobretodo en niños. Consiste en aplicar sobre las uñas lociones y esmaltes específicos (de venta en farmacias) que tienen un sabor amargo, picante o desagradable, como de ajo, con el fin de provocar rechazo ante el intento por llevarse los dedos a la boca y, así, evitar morderse las uñas.

Por último, como se ha leído, cuando morderse las uñas pasa de lo anecdótico o casual y genera tal ansiedad que mina la estabilidad emocional y mental del individuo, lo aconsejable es acudir con un psicólogo. Mismo que, por medio de distintas terapias, podrá determinar las causas de la onicofagia, con el fin de controlar dicho hábito.

Fuente: doctorweb.org

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