jueves, diciembre 01, 2016

Los beneficios saludables de sentir tristeza

Con frecuencia y de un modo totalmente equivocado, se etiqueta la tristeza como un sentimiento negativo. Sin embargo, lo que resulta realmente agotador es imponernos la obligación permanente de la alegría casi, como un acto reflejo. La realidad es que no somos máquinas que funcionan en automático sino personas cuyo universo emocional está lleno de matices. Y la tristeza es uno de esos matices del estado de ánimo que, en tantos momentos resulta terapéutico.

Estar triste es darte la libertad de mostrarte y expresarte tal y como te sientes, sin tener que poner una máscara ficticia de alegría para tapar esa realidad emocional. Este es uno de los puntos más importantes. Vivir con naturalidad los distintos estados emocionales, sin querer aparentar ante los demás una realidad concreta.

Beneficios de la tristeza

La tristeza también nos ayuda, casi por pura inercia, a bajar el ritmo con el que vivimos. Es decir, la frecuencia propia de este sentimiento es más moderada que la euforia que en muchos momentos acompaña a la alegría. Y esta reducción del ritmo, es vital para descansar, e incluso, para llorar.

La tristeza incrementa la introspección de mirar en nuestro interior. Y también, en muchos momentos, viene acompañada de la nostalgia del pasado que, en su parte positiva, nos conecta con momentos del ayer que tienen una parte dulce. Y en cierto modo, cuando revives una situación del ayer que te hizo feliz, también te produce un agrado en el presente.

Los beneficios saludables de sentir tristeza

La tristeza tiene tal poder expresivo que incluso, muchos de los grandes poemas de amor y canciones románticas han sido escritos bajo un efecto de catarsis. Por tanto, la tristeza tiene un alto poder creativo porque en muchos momentos, alcanzamos una gran verdad interior cuando nos miramos al espejo reconociendo con sinceridad una tristeza interna.

Sentir tristeza es saludable porque, en muchos momentos, el verdadero veneno emocional reside en reprimir una emoción, en taparla con un exceso de ocupaciones constantes. La tristeza nos ayuda a tomar conciencia de realidades de las que, tal vez, no nos daríamos cuenta de otro modo. Por ejemplo, una persona que experimenta una tristeza crónica en su trabajo puede tomar conciencia de que quiere dar un giro a su vida profesional. La tristeza nos toca el alma tan de cerca que es difícil actuar con indiferencia respecto a ella, más allá del campo en el que se produzca.

Empatía y sensibilidad

La tristeza nos aporta incluso una mirada distinta. La tristeza también aporta una sensibilidad concreta y empatía. Nos resultaría más difícil comprender el dolor ajeno si no conociésemos el sufrimiento en primera persona. Por tanto, la tristeza aporta inteligencia emocional.

Estar contento es el estado de ánimo ideal, sin embargo, la tristeza también tiene su hueco, por méritos propios, en el diccionario emocional. Es natural sentir tristeza ante un vacío interior, ante la muerte de un ser querido, un problema personal o dificultades que ponen a prueba nuestra autoestima. Los momentos de tristeza también nos ayudan a valorar todavía más las situaciones opuestas.


Via psicoblog.com

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