jueves, abril 07, 2016

Cómo salir del armario. Consejos para adolescentes

Recuerdo hace un tiempo cuando unos padres acudieron a mi consulta. Venían con su hijo adolescente de unos 16 años, Diego. Sentados en el sofá de la consulta, casi me espetaron: “Bueno, aquí lo tienes, todo tuyo, cámbialo”.

“Perdón, si me explicáis la historia desde el principio, especialmente tú Diego, nos ahorraríamos tiempo”. A todo ello, ambos padres abrieron unos ojos grandes y casi sin dar crédito, me gritaron “ ¿no lo ves? ¡ es gay!”. He de confesar que me quedé helada “¿y qué quieren qué haga?” “¡Pues está claro, convertirlo en normal!”. Allí ya me tuve que tragar las carcajadas, más que nada pensando en que la siguiente frase no les iba a gustar. “De acuerdo, Diego,¿puedes esperar en la sala de espera? ¡Ustedes se quedan aquí conmigo! ” Quien tenía un problema eran los padres, no Diego.

Las dimensiones de la identidad sexual

La constitución de las identidades sexuales – que no de la identidad sexual -  es un proceso dinámico a lo largo de toda la vida y que hace posible reconocerse, aceptarse, asumirse y actuar como seres sexuales. En el ámbito social se suele confundir orientación sexual con identidad de género, por lo cual se hace necesario precisar los diferentes elementos que incluye la identidad sexual.

    Sexo biológico. Conjunto de características biológicas que definen a los humanos como “machos”, “hembras” e “intersexuales”.
    Identidad de género. Autopercepción como “niño”/“varón” o “niña”/“mujer”. Desde el punto de vista psicológico,  aparece a los 18 meses de vida y se completa alrededor de los 5 años de edad.
    Expresiones de género. Formas de expresar “masculinidad” o “femineidad” según las normas culturalmente establecidas en un tiempo y sociedad determinada. Son  valoradas positivamente cuando coinciden con el patrón hombre-masculino y mujer-femenina y rechazadas cuando no ocurre así.
    Orientación sexual. Atracción emocional, afectiva y sexual hacia personas del mismo género (orientación homosexual), del género contrario (orientación heterosexual) o ambos (orientación bisexual).

A partir de estas dimensiones, la persona se relaciona consigo misma y con el entorno que la rodea.  En el medio familiar, social y cultural la persona aprenderá a aceptar y manifestar su identidad o se verá obligada a ocultarla o negarla, por miedo a ser discriminada.

Estereotipos sobre la diversidad sexual

Nos hallamos en una cultura heteronormativa en la que, al final, la atribución sexual acaba siendo también una decisión política. Siempre han existido personas homosexuales – tanto gays como lesbianas- es decir, personas que se han sentido atraídas por otras personas de su mismo sexo. Sin embargo, la categoría “homosexual” en sí misma es un invento reciente. Y no sirve sólo para explicar una práctica sexual sino también un conjunto de relaciones sociales específicas.

La visibilización de las diferentes identidades sexuales en los diferentes contextos – educativo, social y familiar – ha conllevado el aumento de una serie de estereotipos, mitos y, sobre todo, prejuicios que dan lugar a una imagen negativa de las personas homosexuales o transexuales y les vuelven sujetos que se encuentran fácilmente, no sólo como fuente de discriminación sino de acoso y otro tipo de violencia.

Algunas de las frases discriminatorias o que encierran mitos o prejuicios son:

    Lesbianas. “Les gustan todas las mujeres”. “Odian a los hombres”. “No han encontrado al hombre de su vida”. “Quieren ser hombres”. “No les interesa ser madres”. “Son marimachos”.
    Gays. “Les gustan todos los hombres”. “Son escandalosos”. “Son promiscuos”. “Quieren vestirse como mujeres”. “No tuvieron un referente masculino que los ayudara a hacerse hombres”. “Es contagioso”.
    Bisexuales. “No pueden alcanzar la plenitud en una relación porque necesitan estar con una mujer y un varón al mismo tiempo en la cama”. “No se definen”. “Están enfermos”.
    Transexuales. “No saben quienes son ni lo que quieren”. “Nacieron en un cuerpo equivocado”. “Son homosexuales”. “Están enfermos”. “Se disfrazan de mujeres”. “Les gusta llamar la atención”.

Estos estereotipos y prejuicios son debidos a un aprendizaje social. Una construcción social que, como tal, puede ser deconstruída mediante el establecimiento de nuevas normas de convivencia.
Cómo ayudar a “salir del armario” a un adolescente

Según Eiven, Villalba y Sardá (2001) “estar en el armario” significa que la persona oculta su orientación sexual a sí mismo – puesto que aún no se ha autoaceptado – o a su entorno ya sea escolar, familiar o social.

Muchas veces, el “armario” es defensivo ante estos contextos que pueden ser discriminatorios. Otras veces las personas tienen miedo al abandono psicológico. Hablamos de la pérdida de afectos y relaciones interpersonales que, sin embargo, sí le concedería la heterosexualidad.

La “salida del armario” supone  que la persona comienza a hablar a otros sobre su orientación sexual y/o a socializar públicamente como gay o lesbiana. Dicha comunicación no tiene por qué suceder en todos los contextos sociales de la persona. Se lo puede haber dicho a sus amigos  pero no a la familia, puede haberlo compartido con un “profe” pero no aún a sus amigos…

Un punto importante es cuando los adolescentes hablan de esta cuestión con sus profesores, los cuales deben tener la sensibilidad y la capacidad de negociación suficiente para evitar “visibilizar” a quien no lo desea o no está preparado.

La “salida del armario” es un proceso continuo para el adolescente dado que, cada vez que forma nuevas relaciones afectivas o interpersonales, construye un espacio de socialización en que se supone que él/ella es heterosexual. Por tanto, cada espacio nuevo significa una nueva “salida del armario” y ello se constituye en un proceso básico para la autoaceptación, el mantenimiento de una buena salud mental y la construcción de una red social fuerte.

Debemos pensar que los adolescentes que se hallan “en el armario” se mantienen en un continuo estado de alerta. No pueden mostrar sus comportamientos espontáneos hasta que sus diversos contextos sepan lo qué ocurre y ello disminuye sus posibilidades de crecimiento personal cuanto más tarden en verbalizar que “no están enfermos”, “que no son viciosos”, “que no quieren hacer daño a sus relaciones afectivas: familia, amigos” sino, simplemente, que han elegido una orientación sexual que parece ser que no es la misma que promulga la sociedad pero ¿es ello intrínsecamente “malo”? o ¿ es una simple elección?

De la misma manera, debemos tener en cuenta que cada adolescente necesita un tiempo ya que cada uno tiene una situación en la vida, concreta y diferenciada del otro. Es importante ayudar al adolescente durante este tiempo, evitando presiones y un aumento de los miedos con los que se enfrenta.

Se debe aclarar que la “salida del armario” puede aumentar la exposición a discriminación directa. Es fundamental que el adolescente tenga en cuenta la mejor estrategia para negociar su orientación sexual en su contexto y  contar con el acompañamiento de la comunidad educativa que garantice una interacción diaria sin formas de violencia.

Los padres ante “la salida del armario” de sus hijos adolescentes

Para los padres es un impacto emocional que su hijo adolescente les diga que es homosexual y, además, que piensa ya empezar a contarlo. Tal y como hemos visto en el caso clínico que encabeza este artículo, lo primero que deben entender los padres es que la orientación homosexual – de la misma manera que la heterosexual- no constituye una alteración mental de ningún tipo, es decir: su hijo no tiene ninguna enfermedad mental. Aunque pueda sonar ridículo que a estas alturas de siglo esté diciendo algo de perogrullo, lo cierto es que no todos los padres lo ven ni tan ridículo ni mucho menos tan diáfano.

Actualmente las causas de la homosexualidad no se entienden claramente. Lo que sí es perfectamente entendible es que no es una decisión del individuo o, dicho de otro modo, no se puede elegir ser heterosexual u homosexual. Lo único que puede elegir el adolescente es la expresión de su comportamiento sexual, hacia un lado u otro.

Apoyo emocional ¿del entorno o terapia psicológica?

Es muy importante, ante todo, que los padres entiendan la orientación sexual de sus hijos y les brinden apoyo emocional. También es cierto que son momentos en que los propios padres andan intentando aceptar una situación inesperada.

Algunas veces, a los adolescentes que no se sienten cómodos con su orientación sexual, que no están seguros de haber tomado la decisión correcta o incluso que no saben expresarla, les puede ser útil la terapia con un psicólogo. Este les puede ayudar a clarificar sus emociones, que se hallan hechas un pequeño revoltijo y, al mismo tiempo, les puede ayudar a enfrentar todos los problemas que van apareciendo en el contexto escolar, familiar y social.

La terapia de reorientación sexual o, lo que es lo mismo, la terapia sexual dirigida a cambiar “hacia la normalidad” la orientación homosexual/lésbica del adolescente pueden ser claramente contraproducentes. Por enésima vez, se debe recordar a los padres que la orientación homosexual no es una enfermedad sino una forma distinta de vivir la propia sexualidad.

Principales preocupaciones de los adolescentes homosexuales

Los adolescentes poseen, en la actualidad, mayor información acerca de la homosexualidad que hace años. No obstante, ello no les sirve de consuelo cuando las dudas, las preocupaciones y los temores les asaltan. Entre esos miedos encontramos:

    “Me siento diferente a mis amigos y compañeros”
    “Me siento culpable”
    “Me preocupa cómo pueda responder mi familia”
    “Me preocupa ser objeto de burla y ridículo por mis compañeros”
    “Me preocupa que me pueda contagiar el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual”
     “Temo que me discrimen si participo en deportes, en la universidad o al conseguir un trabajo”
    “Temo ser rechazado por los demás “

Por todas estas preocupaciones recurrentes los adolescentes homosexuales se suelen aislar socialmente, se separan de sus amigos, muestran problemas de autoestima, desencadenantes de una posible depresión en cualquiera de sus formas.

Pero si te has dado cuenta de tu verdadera sexualidad y la has aceptado, “salir del armario” es una decisión valiente que – a medio o largo plazo – te hará más feliz de lo que eres ahora porque no tendrás que estar ocultando algo tan importante para ti. De la misma manera, te sentirás más positivo ya que al librarte de tus propios prejuicios – comunes con tu entorno escolar, laboral, familiar o social – los libras a ellos y así consigues crear cambio y aceptación.

Pautas a tener en cuenta por los adolescentes

    Prepárate. Se lo tienes que contar a tu entorno escolar, laboral, familiar y social. Elige bien antes de abrirte porque podría ser que algunos de ellos tuvieran comportamientos homofóbicos. Tacto y prudencia con ellos y, sobre todo, el mismo respeto que se merecen ellos, te lo mereces tú. Puedes darles el tiempo necesario para aceptar la idea – ponte en su lugar y piensa que no sería nada fácil escuchar esa noticia – pero ello no significa que puedas aceptar conductas intolerantes. Es posible que tus padres lo acepten rápidamente – porque, ante todo, eres su hijo/a y una orientación sexual no va a cambiar el amor que sienten por ti – pero, como hemos visto al principio, no necesariamente tiene que ocurrir esto. Por tanto, tienes que estar preparado para las preguntas difíciles que te van a hacer. Intenta informarte previamente para dar respuestas lo más positivas posibles.

    Privacidad y tiempo. Tampoco es necesario que te pongas a contárselo a toda la gente que conoces de una sola vez “para quitarte el problema de encima”. Piensa que no todos van a reaccionar igual y que tú debes sentirte seguro de tu identidad sexual para que ninguna de esas reacciones te haga temblar. Busca el momento y el lugar adecuado, en privado, para poder decírselo a cada persona.
    No te avergüenzes por nada ni por nadie. No te disculpes por ser cómo eres. Lo que digan los demás con respecto a ti no te debe importar si eres feliz y sabes que estás haciendo lo correcto.
    Cuidado con tus relaciones con amigos. Si ves que se sienten incómodos con tu homosexualidad, es cuestión de que lo asuman y, para ello, necesitan tiempo. Si no les pasa, intenta hablar con ellos lo más pronto posible.
    No respondas a insultos o faltas de respeto. Son más útiles las técnicas asertivas tipo “agradezco tu preocupación, pero me siento cómodo con quien soy y siento que lo veas de esta manera”. No te estreses por este tipo de situación ni de persona.
    No  hagas daño. Si antes de darte cuenta de tu verdadera identidad sexual, has tenido – y sigues teniendo, quizás – una relación heterosexual, piensa que es a la primera persona que se lo debes contar. No puedes dejar pasar el tiempo, porque le estarás engañando y tampoco se merece esta situación que no buscaba.

Via siquia.com

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