miércoles, diciembre 23, 2015

Bullying: detectarlo y romper el silencio.

Siempre hemos destacado el nivel de crueldad que, de manera inocente en la mayoría de los casos, pueden alcanzar nuestros niños en la sociedad actual. Hoy en día esta crueldad y el comportamiento asociado a ella tiene un nombre: Bullying.

El bullying es un concepto que hace referencia no sólo al acoso escolar sino también a las diferentes formas de maltrato (tanto físico, como verbal o psicológico) que se produce en el entorno escolar de manera constante y reiterada y que además se extiende en el tiempo de manera continuada y significativa. Por lo general se suele presentar a nivel primario y en los primeros años del colegio secundario.

Es importante conocer la diferencia entre peleas aisladas o riñas y disputas entre nuestros niños, que aunque no se toleren tampoco este tipo de comportamientos y no aprobemos la agresividad como conducta apropiada, hay que diferenciarlos de los abusos escolares ya que éstos son reiterados en el tiempo y conllevan otro tipo de comportamientos que están asociados a una problemática a niveles no sólo físicos, sino también psicológicos.

Este tipo de violencia en las aulas se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los padres actualmente, por ello considero importante señalar algunos de los signos que nuestro niños pueden mostrar si sufrieran algún tipo de abuso escolar para poder prestar atención y afrontar y erradicar el problema con la mayor brevedad posible para evitar consecuencias graves a largo plazo. Nos encontramos ante un problema que suele presentarse de manera clandestina, es decir, la mayoría de las veces nos será difícil detectarlo, ya que la víctima suele guardar silencio y no denunciar su situación. Enumero algunos de estos indicios a continuación para que nos ayuden a localizar un problema si lo hubiera.

1. Miedo intenso a ir a clase.

2. Cambios bruscos de humor o de comportamiento.

3. No habla demasiado o evita el tema de conversación cuando le preguntamos por su día.

4. Cambios en el rendimiento académico.

5. Cambios en los hábitos de sueño y alimentación (por ejemplo, falta de apetito o pesadillas)

6. Tristeza, llantos o irritabilidad sin motivo aparente.

7. Dolores somáticos como dolores de cabeza o de estómago.

8. Apatía y desgana por acudir a excursiones o actividades que realice con sus compañeros de clase.

9. Pérdida o deterioro de manera frecuente de sus pertenencias escolares.

10. Inexistencia de relaciones con sus compañeros de clase.

Una vez detectado el problema es imprescindible que se ataje inmediatamente ya que estos acosos pueden provocar en el niño inseguridad, falta de autoestima, conductas guiadas por el miedo, ansiedad o aislamiento. Por lo que en el momento en el que se identifique un abuso de estas características nos debemos poner en contacto con el centro para trabajarlo conjuntamente y erradicarlo lo antes posible.

No hay que mostrar alarma desmedida ante del niño que sufre estos abusos, hay que actuar con prudencia y tranquilidad, empezar un camino de búsqueda de soluciones transmitiendo seguridad, apoyo y comprensión al niño. Debemos mantener un estado emocional apaciguador y constructivo, nunca destructivo.

Es indispensable romper el silencio del abuso y denunciarlo, aunque la víctima crea que no es la mejor opción, es fundamental denunciar y comunicar el problema al centro para que nos ayuden a solventar la situación; además ante en este tipo de acosos y maltratos todos estamos involucrados a la hora de mantenerlo o erradicarlo, por lo que lo ideal es que entre todos, padres, niños y centro escolar, colaboremos para que se adopten las medidas necesarias. No hacer nada sería convertirnos en cómplices del maltrato sufrido y estaríamos aprobando una situación realmente problemática.

Actuar para proteger a nuestros niños implica educarlos también para prevenir este tipo de abusos.

“Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto” Aristóteles.

Via blogs.hoy.es

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