martes, noviembre 24, 2015

Psicoterapia y Psicología clínica

La psicoterapia se considera como una aplicación de la psicología clínica y se emplea esta palabra para significar que se prioriza el trato humano con el paciente y que los cambios que se proponen son profundos, todo desde una perspectiva cognitivo conductual en contraste con otras terapias que no demuestran experimentalmente su eficacia.

La psicoterapia es la aplicación de la psicología clínica al tratamiento de los problemas mentales a través de una relación terapéutica

En general el término psicoterapia se ha aplicado más en el ámbito de la orientación dinámica (psicoanálisis, terapia humanista,..) mientras que "psicología clínica" lo han aplicado los psicólogos cognitivo conductuales a su labor terapéutica. Sin embargo desde algunos puntos de vista se ha considerado a la psicoterapia como una parte de la psicología clínica y así la considera el Colegio Oficial de Psicólogos (COP, 1999).

Desde algunas perspectivas la psicoterapia es un espacio de reflexión con un profesional en el que se afrontan los problemas que en esta vida nos asaltan. Desde aquí es desde donde las terapias de insight han afrontado su labor. Se supone que el paciente acude al terapeuta para reflexionar juntos y averiguar que es lo que ocurre, que muchas veces es inconsciente, es decir, está fuera de nuestra conciencia. Estas terapias suponen que el conocimiento salva y que averiguando aquello que hemos olvidado o de lo que no somos conscientes se soluciona el problema. Pero ya Freud afirmaba que era preciso revivir el trauma en las sesiones para poder resolverlo. Desde una perspectiva cognitivo conductual se sabe que para resolver un problema hay que modificar determinadas conductas, y que si no se hace, el problema no se soluciona. Cuando se habla de conductas se hace en un sentido amplio, considerando conductas los pensamientos, los sentimientos y las emociones.

Esta metáfora nos ayudará a entender la diferencia de perspectiva: Cuando tenemos un problema psicológico es como si estuviéramos en un hoyo. Cuando nos ponemos a pensar cómo salir, lo primero que se nos ocurre es dilucidar por qué hemos caído en el hoyo. Desde el hoyo, pensamos en por donde íbamos antes de caer. Cómo pudimos tropezar, donde estaba la piedra, cómo nos hemos podido distraer, por qué nuestros padres no nos enseñaron a mirar al suelo con la importancia que tiene, etc. Todo esto lo hacemos desde el hoyo. Pero es mucho mejor salir del hoyo y desde allí ver en donde hemos tropezado, qué nos ha distraído y aprender lo que no nos enseñaron nuestros padres. La terapia cognitivo conductual nos saca del hoyo y, luego, solo si es necesario, desactiva la influencia que nuestros recuerdos y nuestro aprendizaje anterior está teniendo sobre nosotros. Averiguar cómo o por qué caímos en el hoyo no nos saca de él.

Por eso la psicoterapia cognitivo conductual tiene dos partes, por una es una reflexión conjunta sobre el problema. Es la responsabilidad del paciente contribuir plenamente a la definición del problema, que no es más que aquello que le preocupa y le lleva a la consulta. Una vez establecida la visión que el paciente tiene de su problema, bajo la guía del terapeuta, se realiza el análisis funcional del problema, enunciándolo en términos operativos y modificables. Se fijan así los objetivos de la terapia y comienza el tratamiento, que tienen que se consensuados entre el paciente y el terapeuta y pueden ir variando a lo largo de la terapia, de acuerdo a como se va avanzando y comprendiendo lo que ocurre.

El tratamiento consiste en el establecimiento de un programa para modificar las conductas, pensamientos y sentimientos que son relevantes en el mantenimiento del problema. La psicoterapia consiste entonces en acompañar al paciente en el camino que tiene que hacer para llevar a cabo el programa.

Con esta visión se puede decir que la terapia cognitivo conductual es directiva en el cumplimiento del programa, pero siempre adaptándose a las capacidades y limitaciones del paciente; pero es una terapia no directiva a la hora de fijar el problema, puesto que es el paciente quien lo plantea y se acepta su planteamiento.

Las terapias no sirven para todo, solamente si existe un tratamiento para el problema es cuando se puede afrontar. Generalmente, el problema tal y como lo plantea el paciente no es resoluble, lo habría resuelto él. El análisis de lo que pasa, con el conocimiento de las leyes que gobiernan nuestro comportamiento, lleva a considerar otra forma de afrontamiento: LA ACEPTACIÓN que no es resignación, sino un cambio en el campo de batalla, luchando por aquello sobre lo que tenemos control y dejando de luchar para conseguir aquello que no podemos lograr. La terapia de aceptación y compromiso enseña como poder llevar a cabo este proceso sin que interfieran nuestros pensamientos, sensaciones, sentimientos y emociones.

Pero la eficacia de la terapia cognitivo conductual depende de que se conozcan cuales son las conductas problema y las leyes que las rigen. Desde una perspectiva cognitivo - conductual se han dado importantes avances en los tratamientos por medio de la identificación y modificación de conductas nucleares; que son las que tienen un gran impacto en el comportamiento humano en general. Por ejemplo, el manejo de la ansiedad (Wolpe, 1975; Marks, 1974) ha permitido solucionar de manera efectiva fobias, obsesiones, y demás trastornos asociados a ella. Las conductas cognitivas, como los pensamientos automáticos (Beck, 1979) han sido otro gran avance de la terapia, definiendo tratamientos de elección para la depresión, avances en el manejo de la ansiedad y abre esperanzas para los trastornos de personalidad (Beck et al, 1985). En la modificación de los esquemas más nucleares, los aprendidos en las relaciones con nuestros padres, juega un papel fundamental la relación terapéutica larga y profunda que permite cambios basados precisamente en las conductas que se dan en su contexto (Kohlerberg, Tsai, 1991; Newman, Castonguay, Borkovec y Molnar, 2004). Se pueden encontar más detalles de mi pensamiento sobre este aspecto en la sección profesional de Psicoterapeutas.com. Finalmente, la Terapia de Aceptación y Compromiso, basada en la teoría de los marcos relacionales, ha supuesto un avance muy importante en la terapia.

Tanto la ansiedad como las conductas cognitivas están relacionadas con el control de la conducta humana. La consideración del control como elemento diferenciado de la conducta puede suponer aportaciones importantes a la práctica de la psicoterapia. La importancia del estudio del control puede comprenderse teniendo en cuenta el impacto que se le ha reconocido en la generación de la depresión (Abramson, Seligman, 1978) y de trastornos de ansiedad (Barlow et al, 1995).

Para el estudio del control es necesario empezar con una definición, que si bien es un concepto ubicuo en la literatura psicológica no se le suele dar una definición precisa. En el papel se parte de una orientación de la teoría de la información, que si bien ha comenzado con un concepto de control sencillo basado en el ciclo de retroalimentación (Wiener, 1948; Powers, 1973), ha ido evolucionando hacia estructuras y arquitecturas más complejas, (agentes, multiagentes, etc.) elaborando modelos que pueden arrojar luz sobre las estructuras del comportamiento humano que intervienen en el control de la conducta. En la siguiente página se muestra como se está abriendo paso la teoría del control en la psicología clínica.

Gran parte de nuestra conducta cotidiana, como el caminar es controlada de forma automática, mientras que muchas de las conductas dirigidas a conseguir nuestros objetivos las controlamos conscientemente; pero cuando el control lo intentamos aplicar a nuestros pensamientos y nuestras emociones las cosas cambian. Wegner (1989) ha demostrado que cuando no queremos pensar en algo ese pensamiento se hace presente y ocupa nuestra mente con más probabilidad, y de hecho existe un control irónico que está chequeando constantemente si el pensamiento aparece o no, y de esa forma el pensamiento se hace presente. Con las emociones y sensaciones ocurre lo mismo, si queremos controlarlas se enganchan en nuestro cuerpo y se convierten muchas veces en el problema, por eso la Terapia de Aceptación y Compromiso (Hayes, et al. 1999) parte de que uno de los problemas que nos lleva a la terapia es querer controlar nuestros pensamientos y sentimientos y propone el abandono de ese control como un elemento previo a poder resolver el problema. Esta terapia permite acceder a cambios profundos en la personalidad y se relaciona con la Terapia Conductual Dialéctica de Linehan que ha demostrado su eficacia en el tratamiento de los trastornos de personalidad límite.

Via cop.es

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