jueves, noviembre 19, 2015

«La mitad de los trastornos psiquiátricos se inician antes de los 14 años»

Advierte de que en los países desarrollados «solo el 25% accede a tratamiento y, en los demás, nadie les ayuda. Hay que hacer algo»

Joaquín Fuentes Biggi acaba de ofrecer en San Antonio (Texas) la conferencia de cierre del congreso de la Academia Norteamericana de Psiquiatría Infantil y Adolescente, la organización científica más importante de la especialidad y que cuenta con 8.600 miembros. Él ha sido el primer europeo al que se le ha concedido lo que se considera uno de los mayores honores que otorga esta academia. Fuentes Biggi aprovechó la ocasión para lanzar un mensaje «realista» sobre el impacto de los trastornos psiquiátricos en los niños del mundo y su repercusión en las distintas sociedades, y reivindicó la eficacia de la psiquiatría y la psicología infantil en el tratamiento de muchos de estos trastornos.

'Una invitación para pensar globalmente en psiquiatría infantil' es el título de la conferencia que pronunció. ¿De qué habló a los 3.600 especialistas que acudieron al congreso?

Empecé destacando que puntualmente la sociedad reacciona con horror ante sucesos que ahora, con las nuevas tecnologías, son tan visibles: niñas secuestradas en Nigeria, niños saliendo aterrorizados en fila tras el tiroteo de su escuela en EE UU o niños pequeños de Siria cuyos cadáveres aparecen en las playas. Tristemente, tras el impacto conseguido durante unos días, el problema se olvida. Y, sin embargo, en lo que insistí es que el impacto de los trastornos psiquiátricos en los niños es enorme para todas nuestras sociedades y que no es puntual, sino que se da de manera continua. Otra cosa es lo que la gente quiere ver puntualmente y le impacta, pero luego nos olvidamos mientras sigue ocurriendo.

¿Se sabe cuántos niños sufren problemas de salud mental en el mundo?

Se estima que el 10% de todos los niños y niñas tiene un trastorno psiquiátrico que les afecta de manera significativa para su desarrollo y para su vida. En realidad, el porcentaje de niños con problemas es el 20%, el doble, pero niños a los que les afecta para su vida es el 10%.

¿Y cuántos de ellos reciben tratamiento?

Lamentablemente, y esto en los países desarrollados, solamente acceden a un tratamiento adecuado el 25% de los niños. Y eso en países como en los nuestros, en otros nadie les ayuda. Además, en países desarrollados, de media han estado entre 8 y 10 años sufriendo, con problemas para cuando acuden al especialista. Sería escandaloso que esto estuviese ocurriendo en niños con cáncer o con diabetes, que tuvieran que esperar años antes de recibir tratamiento. La gente diría: 'no puede ser'. Sin embargo, eso está pasando en el campo de la psiquiatría infantil.

¿Y qué sucede en los países emergentes?

Que casi ninguno de estos casos es atendido. Y hay otro dato que hay que tener en cuenta: el 75% de los suicidios en gente joven ocurre en países sin recursos ni económicos ni sanitarios. Existe también ese mito que asocia el estrés, el ritmo de vida de nuestros países al suicidio. No es cierto, porque la mayor parte ocurren en países sin recursos. No hay que olvidar que el suicidio causa más jóvenes muertos que todas las demás causas naturales juntas. De hecho, solamente los accidentes y los homicidios compiten con esta cifra, pero en estos casos es también fácil ver aspectos psiquiátricos.

¿En qué sentido?

Que no ocurren sin problemas. Los accidentes se dan más en gente que toma alcohol, con consumo de drogas, jóvenes que tienen impulsividad... Y lo mismo pasa con los homicidios. Así que accidentes, homicidios, suicidios, de alguna manera, pertenecen a la misma caja. Sabemos, por ejemplo, que en el 90% de los casos de suicidio detrás hay una enfermedad psiquiátrica.

¿Qué propone ante este contexto?

Frente a esta tragedia, a la que muy poca gente le hace caso, y en los países ricos un poco pero en los demás nada, lo que reivindico es la eficacia de la psiquiatría y la psicología infantil en el tratamiento de muchos de estos trastornos. Si bien se reconoce que las personas con enfermedad psiquiátrica son frecuentemente estigmatizadas, se pasa por alto que también la psiquiatría y los psiquiatras, incluyendo los medicamentos psiquiátricos que han cambiado la vida de muchos niños y jóvenes, son también estigmatizados por la sociedad.

El tabú de ir al psiquiatra

¿Pesa aún el tabú de ir al psiquiatra?

Frecuentemente se ve esta profesión con recelo, como si fuese poco científica y escasamente eficaz. Sin embargo, somos capaces de cambiar la trayectoria y resolver, manteniendo un enfoque bio-psico-social y apoyados por la evidencia científica, con la aportación de otros profesionales del sector, la mayor parte de los problemas más frecuentes. Sabemos que el 50% de los trastornos psiquiátricos de la vida adulta se inician antes de los 14 años, y el 75%, antes de los 24. En otras enfermedades estaríamos muy satisfechos si pudiésemos tratarlas desde su inicio: en problemas de corazón, diabetes...

¿Y qué pasa con la salud mental?

Creo que hay toda esa reticencia de ignorar, el recelo, la mala información, el desconocimiento... Si la mitad de las enfermedades psiquiátricas se inician antes de los 14 años, vamos a cogerlas antes de que vayan a más. No esperamos para ir al dentista a tener toda la boca llena de caries, vamos con la primera.

Se ha referido a los medicamentos. ¿Están mal vistos, por decirlo de alguna manera?

Hay mucha gente que te dice: 'Si es un niño, cómo le voy a medicar'. Creo que tenemos la influencia de los medicamentos psiquiátricos de hace 50 años, que dejaban a la gente KO. Con los niños, no hay que tratarlos con medicamentos a todos, ni mucho menos. Hay problemas que se tratan con fármacos, otros reorganizando la parte social y la vida del niño, o trabajando aspectos psicológicos. A los niños de Siria no es que haya que darles medicamentos. Hay que parar la guerra allí, ayudarles a que vivan bien, y darles seguridad. Luego, algunos necesitarán hacer algunas terapias para sus traumas y necesidades, y habrá otros que, además, necesiten medicamentos. Es como si las personas con diabetes dijeran: 'No quiero insulina, solo dieta y ejercicio'. Ya, la dieta y el ejercicio son muy importantes, pero el medicamento también. Una cosa no quita la otra y aún hay recelo, entre los propios profesionales y familias. Yo no soy partidario de dar fármacos a los niños porque sí, sino cuando hace falta y en un plan documentado y con evidencia científica. Y eso lo tenemos para muchas cosas. Los que más problemas tienen son los que no tienen los medicamentos, que son la mayor parte de los países del mundo. Esos sí que tienen problemas.

¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?

El último informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas insiste en que, a la hora de desarrollar un país, los cuatro elementos básicos son acciones sobre las personas: educación universal, salud para todos, servicios sociales y empleo generalizado. Y en las acciones de cada una de estas áreas se aprecia inmediatamente el valor de la psiquiatría infantil en reducir las vulnerabilidades y fomentar la resiliencia, que es la capacidad de volver a su estado después de una crisis. Esto es el enorme valor que tiene la salud mental infantil y juvenil en el desarrollo de las personas y de los países, y se ha ignorado. Parece que es una cosa accesoria. Y no hay que hacer cosas complicadas, no hace falta alta tecnología... Hace falta llevar a los sitios donde haga falta a gente informada, gente preparada y que quiera hacerlo. Y apoyarles a ellos y a los locales. No me parece que sea tan complicado.

Usted está especializado en trastornos del espectro autista, sobre los que ha hablado recientemente en el Parlamento Europeo. ¿Cuál es la situación actual?

Sabemos que existe en Europa el mismo número de personas con Alzheimer que con autismo, algo que es una sorpresa para mucha gente. Y hay una similitud: ambos repercuten en otros tres familiares. En el caso de Alzheimer y demencias, a la pareja y dos hijos habitualmente, y en el autismo, a los padres y a un hermano. Al final, son cuatro. La diferencia es que el Alzheimer aparece al final de una vida plena, normal. Sin embargo, el autismo aparece el principio. El Parlamento Europeo ha calificado el autismo como un problema de salud pública.

¿De cuántas personas con trastornos del espectro autista estaríamos hablando?

El Parlamento Europeo está hablando de un 1% de la población, pero creemos que hay más. En Estados Unidos dan una cifra de 1 por 68. En estos momentos se ha empezado el proyecto Asdeu, en el que se va a estudiar a 120.000 niños en 14 países europeos: vamos a revisar a los niños diagnosticados y luego vamos a ir a las escuelas y preguntar a profesores y padres para detectar casos no diagnosticados. Este trabajo solo se ha hecho en un sitio: en Seúl Allí han revisado a 55.000 niños y el resultado es que tiene autismo 1 de cada 38. Y no tengo ninguna razón para pensar que en Europa no haya más casos que en Corea. Allí, también tenían diagnosticadas al 1%, pero el resto de los niños no es que no tuvieran problemas, claro que los tenían, pero estaban diagnosticados de otras cosas: decían que eran trastornos afectivos, reactivos...

¿Qué puede aportar la experiencia de Gipuzkoa?

En Bruselas hablé del 'modelo guipuzcoano', sin decir que es el que hay que hacer, porque depende de cada sociedad, pero diciendo que a nosotros nos ha servido. Y que aúna la dimensión local, la labor de las personas afectadas y las autoridades públicas, junto a la de profesionales e investigadores que les apoyan. Pero todo a nivel local, viendo las necesidades reales de la gente. Sospecho que este modelo podría ser adaptable a otras áreas mundiales.

Via elcorreo.com

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