domingo, noviembre 08, 2015

El Síndrome de Capgras y el Síndrome de Cotard, dos extraños trastornos

 Síndrome de Capgras

El síndrome de Capgras o Ilusión de Sosias es un trastorno delirante en la que la víctima cree que algún amigo cercano o miembro de la familia ha sido reemplazado por una réplica exacta, que por supuesto, es un impostor. En algunos casos incluso puede existir la creencia de que hay dobles de uno mismo.

El psiquiatra Hales-Talbott (Ancora, 1996) lo define como: “el paciente cree que una persona estrechamente relacionada con él ha sido sustituida por un doble”.

Esta enfermedad está relacionada con la pérdida del reconocimiento emocional de los rostros familiares. Su causa podría ser una desconexión entre el sistema de reconocimiento visual y la memoria afectiva.

Jean Marie Joseph Capgras,  psiquiatra francés, fue el primero en reconocer la enfermedad bajo el nombre de l’illusion des sosies (ilusión de los dobles) en 1923. Capgras presentó el caso de una mujer de 74 años que afirmaba que su esposo había sido remplazado por un extraño. La paciente reconocía con facilidad a los demás familiares, todos excepto a su esposo.

Por suerte es un síndrome poco común, y afecta a tres mujeres por cada dos hombres.

Se piensa que este síndrome se debe a un deterioro en el razonamiento, aunque no siempre existe este deterioro en todos los casos. También puede formar parte de una psicosis.

Síndrome de Cotard

El síndrome de Cotard, también llamado delirio de negación o delirio nihilista, es una extraña enfermedad mental en la que el paciente cree estar muerto, que ya no existe y, a veces puede que crea que alguna de sus extremidades o partes del cuerpo pertenecen a otro. No es extraño que piensen que están sufriendo la putrefacción de los órganos.

Este síndrome le debe su nombre a Jules Cotard, un neurólogo francés que describió esta condición por primera vez en 1880, en un caso de una mujer de 43 años de edad. “Mademoiselle X afirma que no tiene cerebro, ni nervios, ni pecho, ni estómago, ni intestinos; que sólo posee la piel y los huesos de un cuerpo en descomposición. No tiene alma, para ella Dios no existe y el Diablo tampoco. Dice que no tiene necesidad de comer para vivir y que no puede morir naturalmente. Sólo dejará de existir eternamente si es quemada. El fuego será su única salvación.” Así describía Cotard a su paciente. Quienes padecen esta enfermedad, no creen que vayan a morir… ya están muertos”…

Los pacientes llegan a creer que sus órganos internos han paralizado toda función, que sus intestinos no funcionan, que su corazón no late, que no tienen nervios, ni sangre ni cerebro e incluso que se están pudriendo, llegando a presentar algunas alucinaciones olfativas que confirman su delirio (olores desagradables, como a carne en putrefacción), inclusive pueden llegar a decir que tienen gusanos deslizándose sobre su piel.

En sus formas más complejas el paciente llega a defender la idea de que en realidad él mismo está muerto e incluso que han fallecido personas allegadas a él. Junto con esta creencia de muerte el paciente mantiene una idea de inmortalidad, como si se hubiera convertido en un “alma en pena”.

El tratamiento de estos pacientes dependerá si su origen es psicológico o neurológico, en el primer caso se puede tratar con antidepresivos y antipsicóticos. Pero en el caos en que se ha visto que es debido a algún accidente y el área del cerebro ha sido destruida, la recuperación es imposible y el engaño probablemente durará para toda la vida de la víctima.

Marta Guerri

Fuente blog.psicoactiva.com

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