lunes, septiembre 28, 2015

La autonomía psicológica: el ingrediente básico para ser feliz

Pero la autonomía psicológica no solo ayuda a afrontar el estrés mejor sino que es también uno de los aspectos claves para que una persona sea más feliz y tenga una vida más satisfactoria.

Además, contribuye a que las personas sean más creativas, innovadoras y productivas.

Las personas más felices no son las que luchan por alcanzar la felicidad (“Pregúntate si eres feliz y dejarás de serlo” dijo John Stuart Mill en 1873) sino aquellas que se esfuerzan por ser más autónomas.

Cuando las personas son autónomas son mucho más capaces de construirse vidas más satisfactorias y de crear su propia felicidad.

¿Qué es la autonomía psicológica?

1. La capacidad de una persona de ser consciente de sus propios deseos, necesidades, motivos, emociones  y reflexionar sobre ellos para entender de dónde vienen y qué significan y luego tomar decisiones conscientes que le ayuden a alcanzarlos, posponerlos o renunciar a ellos.

2. La capacidad de una persona para ser consciente de las diversas restricciones y presiones sociales y culturales, como las normas y roles sociales, dictados culturales y lo que esperan los demás o la sociedad de nosotros. La persona autónoma es también capaz de reflexionar sobre este tipo de presiones sociales, entender de dónde proceden, así como entender cómo le están influyendo, hasta qué punto y cuáles son las consecuencias y luego tomar una decisión racional y consciente acerca de si desea seguirlas, ignorarlas o luchar activamente contra ellas.

3. La persona autónoma establece sus propias metas y objetivos en la vida, sus propias definiciones de lo que es una vida feliz y satisfactoria y sus estándares morales y decide de forma racional y consciente que desea perseguir esos objetivos. Estas metas y normas las crea la persona autónoma gracias a que es consciente de sus propias necesidades y capacidades, así como de las de los demás o de la sociedad en que vive. Es decir, se conoce a sí misma, sabe lo que necesita y va a buscarlo.

Por tanto, no se trata de una persona que se limite a seguir a otros o aceptar sus normas sin más sino que crea las suyas propias o acepta las existentes en una sociedad porque ha reflexionado sobre ellas y las considera positivas. Las normas y metas creadas o aceptadas de este modo son más poderosas porque forman parte de lo que somos. Por este motivo, se persiguen con más intensidad.

Por ejemplo, piensa en la diferencia entre la persona que no roba porque si la pillan la meten en la cárcel y la que no roba porque considera que está mal y no desea ser el tipo de persona que roba lo suyo a otros. En el primer caso, la norma de “no robar” es débil y dejará de aplicarla en cuanto tenga ocasión. O piensa en la diferencia entre la persona que desea estudiar medicina porque sus padres lo han deseado siempre y aquella que deseas estudiar medicina  por verdadera vocación.

4. Son capaces de imaginar cuáles son los deseos, metas o intenciones de otras personas y usan este conocimiento para tomar decisiones sobre cómo tratar a esas personas o cómo actuar ellos mismos. Las metas y normas que las personas autónomas establecen para sí mismas no tratan a los demás como instrumentos para alcanzar esas metas sino que tienen en consideración los deseos de los demás. Es decir, la persona autónoma permite a los demás ser autónomos también y los respeta.

Así pues, la autonomía psicológica es algo que sucede en nuestro “espacio interior” y hace referencia a lo que hay en él. Es, por tanto, algo que está bajo nuestro total control y dominio, pues sucede exclusivamente dentro de nosotros, donde nadie más tiene acceso.

Autonomía psicológica y libertad de elección no son exactamente lo mismo. Una persona puede no tener total libertad para elegir ciertas opciones pero aún así ser psicológicamente autónoma porque es capaz de reconocer y aceptar que, al menos por el momento, esa opción no está disponible y centrar su mente en otros objetivos que sí pueda alcanzar.

¿Cómo se relaciona la autonomía con la felicidad?

Para ser feliz, una persona tiene que ser libre psicológicamente. Las personas autónomas tienen un control sobre sus estados internos, sus emociones, sus deseos o sus impulsos porque los conocen bien y crean metas, normas y pautas de acción para ellos. Por ejemplo, en vez de dejar que su ira por una humillación sufrida los atrape y los haga sufrir, son capaces de tomar una decisión constructiva sobre lo que hacer al respecto (ya sea hablar con la persona en cuestión, vengarse, dejarlo pasar, perdonar, etc.). Sea cual sea su decisión, les sirve para liberarse de esa ira y seguir adelante. Son, por tanto, psicológicamente libres (libres en su espacio mental interior).

Así mismo, la persona autónoma sabe quién es porque ha reflexionado sobre sí misma, conoce sus debilidades y fortalezas, establece metas que tienen en cuenta sus limitaciones y entiende a los demás y a la sociedad y sus mecanismos de influencia y los acepta o rechaza según sus deseos. Todo esto es lo que le permite ser libre. Por ejemplo, la persona no autónoma puede ser creyente porque así se lo han enseñado y adoptar totalmente una religión impuesta y todas sus normas, incluso aunque algunas de esas normas le perjudiquen o le hagan sentir mal. Por el contrario, la persona autónoma ha reflexionado sobre esa religión (y puede que otras más) y rechaza o acepta aquella que la satisface por completo o bien crea sus propias creencias, construyendo un sistema que encaja totalmente con quién es y que le resulte enteramente satisfactorio. Evidentemente, esta persona será más feliz y más libre que la primera.

Así pues, las personas con estas características tienen todos los ingredientes necesarios para crearse una vida satisfactoria, librarse de sufrimientos y frustraciones innecesarios y ser felices.

¿Podemos ser más autónomos?

Por supuesto. Puedes empezar a ejercitar tu autonomía psicológica desde este momento. Para ello:

    Conócete, conoce tus deseos, lo que te hace feliz, tus valores, tus principios, etc. y crea metas para alcanzarlos.
    Controla tu mente con mindfulness.
    Diferencia entre lo que puedes controlar y lo que no: puedes controlar aquello que pertenece a tu propio espacio psicológico pero no el de los demás. Por ejemplo, puedes arreglarte de un modo atractivo y tratar de ser una persona encantadora pero no puedes hacer que alguien te ame solo porque tú lo desees.
    Permite a los demás tener su propia autonomía. Conócelos a ellos también.
    Sé consciente de las normas e imposiciones de tu familia, sociedad, cultura, religión, etc., y no lo aceptes todo sin más. No te comportes de un modo determinado, ni hagas o dejes de hacer algo solo  porque es lo que la gente espera de ti.
    Crea tus propias normas y creencias y construye tu vida en base a ellas.

Via motivacion.about.com

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