sábado, septiembre 26, 2015

Depresión. ¿Qué opciones tengo para curarme si la medicación no me hace efecto?

La depresión es la enfermedad de la tristeza.

La persona que la padece tiene sentimientos negativos que le agobian. Como pena, melancolía, desencanto, desilusión, abatimiento, falta de ganas, y de energía.

Todos estos sentimientos suelen prolongarse en el tiempo 8 meses, como mínimo,  y su intensidad varia de unas personas a otras. Causando en quienes lo padecen un dolor insoportable, que dificulta cualquier tarea cotidiana, reduciendo la capacidad de control, la autoestima, y la capacidad de percepción.

En muchas ocasiones es endógena, cuyo origen se encuentra en componentes bioquímicos del cerebro, que pueden ser heredados. Otras veces es exógena, cuyo origen tiene lugar en componentes adquiridos, por las experiencias vividas. En cualquiera de ellas, es necesario un tratamiento psicológico acompañado de medicación. Para conseguir un tratamiento adecuado ambos profesionales, psiquiatra y psicólogo deben ir de la mano, acompañando al paciente en todo momento.

No es extraño ver a personas deprimidas y desesperadas al mismo tiempo porque ningún fármaco que les receta su médico les hace el efecto esperado. Siguen encontrándose mal, sigue “doliéndoles el alma”. Estas personas además sienten una gran pérdida de equilibrio, cansancio e insomnio, como consecuencia de los efectos secundarios de la medicación.

En estos casos una solución sería bajar la dosis de medicación y proporcionar otro tipo de terapia psicológica, combinada con Mindfulness. Generalmente los pacientes no desean rebajar la medicación, todavía les produce un mayor temor, por eso es algo que debe hacerse con el apoyo de ambos profesionales.

Algunas pautas que se ha podido comprobar que funcionan y se engloban dentro de la terapia cognitivo-conductual son:

    Tener una concepción correcta del tiempo.

Centrarnos en el presente, en el único tiempo real que existe. No podemos dejarnos llevar por el pasado, y que nos inunde la pena, tampoco anticipar un daño que no ha ocurrido (futuro),  ni siquiera sabemos si ocurrirá o no. Tenemos que fijarnos metas a corto plazo, que vayan en la dirección de nuestros valores, aquello que es realmente importante para nosotros.

    Fortalecer la voluntad.

Hacer aquello que sabemos que es bueno para nosotros, aunque de entrada no nos apetezca. Un ejemplo sería combatir la falta de ganas para hacer cualquier actividad, con comenzar hacerlas, sin pensar, simplemente actuando. Es posible que si lo pensamos mucho, al final no lo hagamos nunca.

    Aprender que somos mucho más que la depresión.

Esto se consigue con la meditación de Mindfulness. Nos tenemos que dar cuenta de que somos los dueños de nuestras vidas, y que solo nosotros tenemos la capacidad y los recursos necesarios para hacer que las cosas cambien, y vayan a mejor.

    Rellenar semanalmente un autorregistro.

En él se anotan todas las actividades realizadas a lo largo del día, es una forma de tener claro lo que debemos hacer, y de recompensarnos por ello. Nunca debemos dejar de querernos, y de regalarnos tiempo para nosotras mismas.

    Relajación para combatir la ansiedad que se produjo en medio del tratamiento como efecto secundario a la medicación.

Consiste en una relajación muy profunda basada en el método de Mindfulness, dónde la paciente aparte de calmarse, aumenta su concentración y sensación de bienestar.

Lógicamente, todo esto debe desarrollarse dentro de un ámbito terapéutico controlado y con un seguimiento continuo por parte de un profesional cualificado.

Via blog.psicoactiva.com

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