viernes, junio 05, 2015

¿Cómo afecta a la pareja la llegada de un bebé?

Con la llegada del primer bebé, el mundo de la pareja cambia. Aumentan las responsabilidades y el estrés generado por los cuidados que requiere pudiendo afectar a la relación de pareja.

Al contrario de lo que pueda parecer, en el caso de que se decida tener un bebé como intento de fortificar la relación cuando esta muestra dificultades no se estaría haciendo más que empeorar la situación. El nuevo miembro de la familia en lugar de unir a la pareja la separaría, ya que la madre se dedicará más a él y a su cuidado y la pareja puede advertir la pérdida de la atención, sintiéndose desplazado.

La dedicación que exige un bebé al llegar es muy grande, la madre debe en los primeros meses proveerle de la alimentación necesaria amamantándolo hasta que el niño pueda abandonar el periodo de lactancia y ampliar el tipo de alimentación. El sueño irregular del bebé puede ser una fuente de estrés, al igual que el reparto de cualquier tarea relacionada con los cuidados que se le debe proporcionar, pudiendo originar conflictos al no haber un acuerdo.

La influencia que ejerce el bebé en la relación de pareja se muestra desde antes de su nacimiento. Una vez que la pareja conoce la noticia del embarazo, la actitud del padre es muy importante en la relación que haya tras el parto. El apoyo emocional a su pareja es necesario en el proceso de embarazo para evitar situaciones conflictivas en el entorno familiar. Unido a ello, los beneficios de que el padre colabore y esté presente incluso en el parto parece ser que son bastante notorios a largo plazo, ya que va a ayudar a que también en un futuro se involucre más en atender al hijo/a.

A pesar de que tradicionalmente es la madre quien asegura más cuidados al bebé, sobre todo en los primeros meses, la figura paterna no pierde por ello un ápice de su importancia. El padre será de igual modo una figura de referencia para el niño o niña y será muy importante en su proceso de desarrollo. Atrás ha quedado la visión de que el rol paterno debía estar centrado en la protección y en el sostén económico de la familia y el rol materno en el cuidado y crianza de los hijos/as así como el papel de ejercer de mediadora entre ellos y el padre.

Queda claro que ambos progenitores van a tener una influencia muy significativa en el proceso de socialización del niño. Influirán en éste el resto de familiares del niño/a y, más adelante, hermanos o hermanas si se amplía la familia, el grupo de iguales, etc. En este contexto, es importante hablar del apego, vínculo que se establece entre la figura de referencia y el bebé y al cual hemos hecho referencia en anteriores ocasiones.

El apego no tiene por qué ser hacia sólo una figura de referencia, ni tiene por qué ser esta necesariamente la madre. El apego puede desarrollarse hacia varias personas y esto es lo mejor para el bebé. Este vínculo afectivo es un vínculo muy fuerte y va a contribuir a la personalidad que vaya conformándose el niño.

Unos progenitores muy atentos al niño, que no dejan que éste se enfrente por sí mismo a las cosas, pueden hacer que el niño sea más retraído y le sea más difícil manejar las situaciones, ya que nunca le han dejado probar sólo, y no ha desarrollado estrategias para afrontar las distintas circunstancias porque siempre han estado ahí sus padres para ayudarle y “socorrerle”. Unido a ello, puede hacer que sea menos tolerante a la frustración.

El estilo de apego que se desarrolle en la primera infancia será muy importante de cara al futuro como adulto, ya que se interioriza como forma de relacionarse y situarse en el mundo y es muy difícil luego cambiar las dinámicas de relación, ya que tienden a ser estables durante toda la vida del individuo.

Via blogs.periodistadigital.com¡

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