miércoles, mayo 20, 2015

Qué son la depresión y la ansiedad a nivel neuroquímico

A nivel neuroquímico, tanto la depresión como la ansiedad son, en realidad, una carencia de neurotransmisores (principalmente serotonina, dopamina y noradrenalina) en los circuitos neuronales que conectan la parte frontal del cerebro (la inteligencia) y la amígdala, situada en el cerebro primitivo o sistema límbico.

Una de las funciones de la amígdala es la de dar respuestas automáticas delante de situaciones de estrés, para que podamos adaptarnos a los cambios del entorno y a los peligros.
Depresión y ansiedad

Para entender mejor cómo funcionan estas respuestas, imaginémonos la siguiente situación: Una cebra se encuentra en la sabana africana y de repente aparece un león. La cebra puede hacer tres cosas diferentes:

    Huir: Correr hasta que el león se canse, la alcance o hasta que se coma a una compañera suya.
    Atacar: Intentar dar coces al león, por ejemplo, intentando proteger a su cría.
    Buscar refugio: Ir en busca de un sitio donde pueda esconderse como haría un conejo entrando en su madriguera intentando escapar de un lobo.

De igual manera que los animales, el ser humano reacciona delante de un peligro o situación estresante de las mismas tres maneras, pero atribuyendo a las respuestas una serie de emociones o sentimientos.

Imaginémonos la siguiente situación: Estoy cruzando la calle con el semáforo en rojo y de repente aparece un coche que me pita y que está a punto de atropellarme, ¿cómo reacciona mi amígdala delante de tal situación?:

    Huida: Pego un salto hacia atrás rápidamente, aunque yo no digo “He huido” sino que digo “Uf, qué miedo”, “Ah, que susto”, “Vaya, qué nervios, qué ansiedad”. Por lo tanto, a la respuesta de huida, los seres humanos le ponemos el nombre de ANSIEDAD.

    Ataque: Reacciono dando golpes al coche e increpando al conductor, con lo cual, mi respuesta es de mala leche, irritabilidad o AGRESIVIDAD.

    Buscar refugio: Cuando veo el coche venir, mi reacción es de protegerme la cabeza y el cuerpo con los brazos y las manos y encogerme, para intentar resguardarme del golpe. Fijaros que cuando una persona está muy deprimida, lo único que quiere hacer es estar en su casa, dentro de su cama, bien tapado y protegido. Por lo tanto, la respuesta de búsqueda de refugio, para el ser humano, es la DEPRESIÓN.

Por lo tanto, los seres humanos, al igual que los animales, tenemos un mecanismo en nuestro cerebro que, de forma automática y muy rápida, nos hace reaccionar delante de los peligros de nuestro entorno.

A diferencia de los animales, el ser humano, después de estos mecanismos de defensa que pueden llegar a salvarnos la vida en un primer momento, conecta estas informaciones con la parte frontal del cerebro, es decir, con la inteligencia o parte racional. Ésta, una vez nuestra amígdala ha reaccionado, pasa a tomar el control de la situación. El cerebro racional responde: “Muy bien, ibas a cruzar la calle, estaba en rojo, casi te atropellan, pero estás bien”, y rápidamente le manda un mensaje de vuelta a la amígdala informándola de que ya puede parar de sentir ansiedad, agresividad o depresión, pues está todo perfectamente controlado.

Cuando hablamos de trastorno del estado de ánimo (depresión) o trastorno de ansiedad como enfermedades, lo que sucede exactamente es que el cable neuronal que conecta la inteligencia y la amígdala está estropeado. Este cable funciona con serotonina, dopamina y noradrenalina, los neurotransmisores antes mencionados que actúan como mensajeros transportadores de información.

El problema es que cuando hay una de estas enfermedades, los niveles de neurotransmisores son muy bajos, de manera que la información no puede circular correctamente y, entonces, parte racional y amígdala no pueden comunicarse. Estos problemas de comunicación, se traducen en depresión o ansiedad, en el momento en que la persona se siente triste o ansiosa cuando no debería o más triste y más ansiosa de lo que tendría que estar.

¿Y los antidepresivos para qué sirven?

Los antidepresivos son fármacos que ayudan a aumentar los niveles de neurotransmisores y por lo tanto a restablecer la conexión entre amígdala e inteligencia y, de esta forma, a que haya un correcto funcionamiento de las respuestas automáticas de las que disponemos para actuar delante de situaciones de estrés.

ViA drromeu.net

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