jueves, abril 09, 2015

La falta de expectativas aumenta la depresión entre los jóvenes

La crisis y la poca tolerancia a la frustración contribuyen al malestar psicológico | La depresión es la primera causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes | La depresión es la primera causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes
No hay cifras oficiales, pero médicos de cabecera, psicólogos y psiquiatras constatan que a sus consultas llegan cada día más adolescentes y adultos jóvenes con cuadros depresivos o trastornos de ansiedad. "En atención primaria se ha detectado un aumento de entre el 10% y el 15% de los casos de depresión y ansiedad en los últimos años, coincidiendo con la crisis, y una parte importante de ese incremento afecta a los jóvenes", explica Diego Palao, psiquiatra y director del hospital Parc Taulí de Sabadell, que trabaja en colaboración con los centros de salud de la zona para evitar que los casos más leves se psiquiatricen.

Jorge Tió, psicólogo clínico de la Fundació Sant Pere Claver, asegura que a las dificultades económicas y laborales que atraviesan muchas familias por la crisis -y que repercuten en los chavales y en la convivencia y el clima familiar- se suma la falta de oportunidades y expectativas de futuro para los jóvenes. "La dificultad para emanciparse porque están en paro o tienen un trabajo precario que no les da para mucho provoca mucho malestar, alarga la infantilización, la dependencia familiar, la provisionalidad y no les proporciona oportunidades de tomar las riendas de su vida, de poner a prueba sus capacidades como adultos, y eso les va minando", detalla Tió.

La presidenta de la Societat Catalana de Psiquiatria Infanto-juvenil, Montserrat Pàmies, coincide en que el actual entorno económico y social dificulta la emancipación "y la discrepancia entre algo para lo que biológicamente estamos preparados -dejar el entorno de tus padres para elegir tu vida- y la realidad afecta al ánimo y se traduce en síntomas depresivos o riesgo de depresión".

Tió explica que ese malestar está provocando más trastornos de conducta entre los adolescentes, más sufrimiento depresivo y ansioso a partir de los 18, y estados depresivos más graves a los 30. "Estamos observando que los adultos jóvenes que acuden a consulta de un especialista llegan peor porque llevan más tiempo arrastrando el problema", dice.

Los especialistas advierten que la idea generalizada de que la adolescencia y la juventud es una etapa feliz y despreocupada por contraposición al estrés laboral y las cargas del adulto, sumada a que los síntomas de la depresión en los jóvenes no siempre coinciden con los de los adultos, hace que algunos de estos estados depresivos pasen desapercibidos en sus estados iniciales.

"Entre los jóvenes, sobre todo los varones, a veces el principal síntoma es el mal humor, el encerrarse en su habitación a golpe de portazo y no querer hablar con los padres", apunta José Ramón Pagés, coordinador nacional de la Fundación de Ayuda contra la Depresión. El aumento o disminución de peso, la ausencia de motivación y una bajada del rendimiento académico, la apatía, el deseo de estar solo o las actividades autodestructivas son otros síntomas que apuntan los expertos. Y recuerdan que la depresión es la primera causa de enfermedad y discapacidad entre los adolescentes y el suicidio la tercera causa de muerte entre los 15 y los 35 años, según la OMS.

Sergio Herrera, psiquiatra infanto-juvenil de la Fundació Sant Pere Claver, considera que la actual generación de jóvenes, que en muchos casos había crecido sobreprotegida y con modelos de crianza muy permisivos durante los años de bonanza económica, ha visto frustradas sus expectativas por la crisis y está teniendo problemas adaptativos. "Muchos de los intentos de suicidio y autolesiones que vemos en adolescentes responden a situaciones de frustración porque las cosas no les han salido como tenían previsto", confirma Pàmies.

De todos modos, los especialistas explican que la mayoría de los cuadros depresivos son multicausales y, más allá de la crisis, hay otros factores que inciden en el malestar psicológico de los jóvenes. "La crisis cuenta, porque algunos no pueden seguir estudiando por la subida de las tasas o no pueden emanciparse porque no encuentran trabajo, pero también pesa el bullying, la agresividad en las aulas, la presión de las redes sociales o de mostrarse como los famosos, la baja tolerancia a la frustración y la sobreprotección de unos padres que se empeñan en evitarles los problemas y en retrasar el momento en que vuelen solos", apunta Pagés.

Herrera subraya que la sobreprotección existe, pero que también hay otros chicos que viven con muchas carencias materiales y afectivas. "Hay padres que exigen a los chavales que funcionen como adultos muy pronto, y familias desbordadas por la crisis, en paro, con padres que no tienen la calma, la paciencia ni el ánimo para lidiar con los problemas del hijo ni reconducirlo, y el joven ve su futuro negro y no puede identificarse con esos adultos que le rodean", coincide Tió.

Via lavanguardia.com

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