El síndrome de Burnout (o “Síndrome de Estar Quemado”) hace referencia a la incapacidad por parte del afectado para hacer frente a las demandas de su puesto de trabajo, fruto de una situación de estrés recurrente y crónico que provoca una perdida en la ilusión y en la motivación. La persona muestra un comportamiento ansioso y muchas veces deprimido, con acciones directas que muestran una ineficacia a la hora de afrontar los problemas y sumido en una situación vital de agotamiento físico y mental, donde la persona comienza a experimentar actitudes negativas con respecto a los demás y hacia su propio rol en la empresa.
Su atención se focaliza en los errores y en las actividades que confirmar su sentimiento de ineficacia; disminuyendo su rendimiento y aumentando su nivel de estrés fuera del contexto de trabajo, siendo el burnout altamente incapacitante. Ante la magnitud de sus consecuencias, resaltamos siete señales fundamentales para detectar este estado y poder poner soluciones de manera preventiva. Es posible que tengamos burnout cuando:
- Cada salida en lo previsto es una crisis: las reacciones emocionales a acontecimientos vitales habituales se vuelven más exageradas e intensas y la persona tiende a mostrarse irritable y más querulante que de costumbre.
- Consumimos poca energía y tenemos cansancio crónico: se produce cuando la sensación de agotamiento y cansancio persiste a lo largo de las situaciones, sintiéndose la mayor parte del tiempo al límite de sus energías y abrumado con las necesidades del ambiente.
- Mayor probabilidad de enfermar: ante la mayor presencia de acontecimientos estresantes y una respuesta fisiológica acorde, el sistema inmune tiende a una disminución de su actividad, fomentando la aparición de enfermedades y periodos de enfermedades mayores.
- No tenemos tiempo para descansar ni recargar pilas: la persona no encuentra un momento para descansar, ni en el trabajo ni fuera de él, no “recargando” fuerzas suficientes y acusando de una bajada paulatina de rendimiento, que a su vez aumentara su sentimiento de ineficacia.
- Falta de compromiso en el trabajo y desconexión de las obligaciones: la persona es incapaz de implicarse más de lo debido ante la alta ansiedad que le provoca el trabajo, y presenta poco entusiasmo y compromiso con la mayoría de objetivos organizacionales.
- Aumento de la ineficacia: el agotamiento produce una falta de concentración que afecta directamente al rendimiento: la persona cada vez hace menos y peor, tarda largos tiempos para lo que antes hacía en poco tiempo y se produce una disminución de autoestima y autovalía personal.
- Sentimiento de tener un número inabarcable de tareas y disminución de recursos para hacerlas frente: la persona se centra en todas las demandas y es incapaz de priorizar entre lo importante, lo urgente y lo que ha de esperar, tomando malas decisiones y prestando atención a todo por igual, con lo que su trabajo se ve mermado y su capacidad limitada: asumiendo los errores como intrínsecos a ellos y haciendo lo mínimo imprescindible para terminar cuanto antes con la tarea.
El burnout se considera uno de los grandes males de la sociedad moderna y está muy presente en la mayoría de contextos de la vida cotidiana. Darle la consideración que se merece permite reducir su impacto y nos ayuda a instaurar una mejora de los tratamientos para su correcto abordaje terapéutico.
Via cenitpsicologos.com
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