lunes, marzo 09, 2015

La agresión oculta, por Isabel Menéndez

    Los reproches son un veneno capaz de asfixiar una relación. Quejas constantes que esconden demandas infantiles y egoístas.

El reproche dentro de la pareja es una forma de violencia. El que reprocha descalifica al otro, le señala su falta, le culpa y le desvaloriza por ser como es, aunque, en realidad, sus quejas encubren un monólogo narcisista. Esta conducta tiene relación con ver en la pareja un espejo de uno mismo y no a una persona distinta, con sus virtudes y carencias.

Después del enamoramiento, donde se supone que la otra persona es el ideal que nos falta, aparece cómo es realmente y esas carencias pueden vivirse como insoportables. Ahí comienza el reproche. La particularidad de este tipo de comentarios es que son rígidos, repetitivos y estereotipados. Y en ellos se hace responsable a la pareja del malestar propio, porque se proyecta sobre ella lo que no se tolera en uno mismo.

Anclada en el pasado

"Nunca me dices lo que te pasa, siempre tengo que adivinarlo, ¿por qué eres tan cerrado?", se quejaba Teresa a Daniel. "Eso no es cierto –contestaba él–. Además, por qué tengo que hablar de lo que me pasa cuando tú quieres. Yo siempre he sido reservado: cuando me conociste ya era así. Y ahora no tengo por qué ser de otra manera".

Después de una sesión de reproches y recriminaciones, tanto Teresa como Daniel se solían quedarse incómodos y molestos el uno con el otro. Pero en esta ocasión, Teresa pudo reflexionar sobre las palabras de él y reconoció que eran verdad. Cuando se conocieron, lo que le atrajo de Daniel era su carácter introvertido y reservado, era un chico que sabía escuchar y eso le gustaba. Ahora, sin embargo, esa conducta la irritaba y pensaba que su silencio provocaba entre ellos una grave falta de comunicación.

Por su parte, Teresa se daba cuenta de que a Daniel le ocurría algo similar con ella. La acusaba de ser controladora cuando, en realidad, ella solo era una persona abierta capaz de hablar de sus sentimientos. Daniel sabía muy bien cómo era Teresa cuando empezaron a salir, y le gustaba precisamente su capacidad para expresar lo que sentía porque él era tímido y creía que no le iba a pedir algo que a ella parecía sobrarle. Por su parte, al principio a Teresa le veía como un hombre muy comprensivo, pero con el tiempo lo empezó a vivir como alguien cerrado porque no la apoyaba donde ella lo necesita para continuar creciendo.

Es habitual reprochar a la pareja lo que en principio produjo una atracción, y es que solemos amar en el otro lo que nos falta a nosotros, nos ilusionamos con ser completos gracias a él. Sin embargo, la pareja descubre todas nuestra fallas. Solo si después del primer tiempo de relación somos capaces de reconocer nuestras carencias y aceptar las suyas, solo si el otro es capaz de aceptar la distancia entre el ideal que pensó encontrar y la persona real que le acompaña en la vida, se desterrará el reproche. Depositar expectativas en el otro, para después recriminárselas, significa hacerse una imagen de él y obligarlo a que se ajuste a ella.

En el amor se debería conceder a la pareja la libertad para conocerse y ser quien es en realidad. Resulta decisivo saber si se está dispuesto a verificar y corregir constantemente la imagen que se tiene del cónyuge. Si se produce una insistencia en verle siempre de la misma manera, puede estar relacionado con que estemos fijados a los objetos internos, y esto hace que no se pueda ver a la pareja como a una persona con una evolución personal propia, sino como alguien que viene a sustituir las necesidades que nos convienen.

Una relación amorosa es un proceso ininterrumpido de búsqueda mutua y explicación recíproca. En una pareja, lo que alivia los reproches es que ambos miembros acepten los cambios respectivos y se apoyen mutuamente.

Evitar errores

-No podemos suponer en el otro una fuerza que no posee y creer que si no hace las cosas como queremos es porque no quiere, no porque no puede.

-El que reprocha se ha quedado anclado en una reivindicación infantil e insiste en que la pareja cambie sin aceptar sus límites. Si se arrastran deseos infantiles que no se pudieron realizar, se puede haber retenido la ilusión de cambiar las cosas, de cambiar al otro para conseguir lo que se quiere.

Qué podemos hacer

-Cuando el nivel de reproche es alto, habría que pensar si estamos arreglando con la pareja cuentas pendientes que tenemos con otras figuras importantes de nuestra historia.

-La pareja es algo que se construye continuamente, no conviene suponer que ya todo está hecho, siempre es posible cambiar. Como un ser vivo, la pareja se modifica y cambia con la edad.

-Aceptar que todos tenemos carencias nos lleva a disfrutar de lo que sí se nos da.

Via mujerhoy.com

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