martes, febrero 17, 2015

Depresión y ansiedad: alerta en el colegio

Una investigación descubre cómo reducir la tasa de suicidios entre adolescentes y alerta de las situaciones de riesgo en el colegio, así como de la escasa preparación del profesorado para afrontar una crisis entre sus alumnos

¿Por qué se suicida un adolescente que está en el colegio? Para responder a esta pregunta e intentar aplicar las medidas adecuadas para evitar las situaciones de riesgo, once países europeos participaron en el Proyecto SEYLE (Saving and Empowering Young Lives in Europe/ Salvando y empoderando las vidas jóvenes en Europa), coordinado por el Instituto Karolinska de Suecia y asesorado por la Universidad de Columbia. Con el objetivo de reducir la frecuencia de comportamiento suicida y su tasa de repetición en adolescentes europeos, los investigadores comenzaron buscando los casos de riesgo que podía haber en los colegios del continente.

A través de preguntas básicas indagaron en la ideación suicida de 11.000 adolescentes con una edad media de 15 años (de ellos, 1.000 pertenecían a 12 centros ubicados en Asturias). Así los adolescentes tenían que responder algunas como: «¿Has sentido, durante dos semanas, que la vida no merece la pena?», en la que el 28,2% respondió que sí, o «¿alguna vez has intentado quitarte la vida?», a la que el 3,1% contestó de forma afirmativa. De este modo, se obtuvo un resultado que permitió implementar programas de prevención para la población infanto-juvenil.

Detectar el problema

«El medio escolar permite detectar comportamientos suicidas en los adolescentes porque son muchas las horas en las que están en él y hay muchos observadores competentes que pueden ayudar a identificarlos», explica Julio Bobes, catedrático de psiquiatría e investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam) de Oviedo, que participó en el estudio por parte de España. «Lamentablemente, estamos en la media europea de suicidios de adolescentes. Los peores son los países del este y los nórdicos». El caso más conocido de suicidio juvenil en 2014 fue el de Carla Díaz, estudiante de 14 años, sucedido en Asturias, pero no es el único. Según el Instituto Nacional de Estadística, en 2014 hubo 2,38 suicidios por cada 100.000 entre la población cuya edad está entre 15 y 19 años. El año pasado, se suicidaron 57 niños y adolescentes entre 10 y 19 años (40 hombres y 17 mujeres).

Comportamientos de riesgo

Publicada en numerosas revistas de prestigio, la investigación llevada a cabo encontró́ que los comportamientos de riesgos prevalentes fueron, principalmente, el sedentarismo, el uso de sustancias como alcohol, cigarrillo o drogas ilegales, dormir poco o el abuso de medios electró́nicos. «Y los problemas má́s detectados fueron los emocionales, como trastornos depresivos y de ansiedad. Junto a estos, otros como trastornos de adaptació́n, abusos de sustancias (alcohol, tabaco, psicoestimulantes) y situaciones de abuso sexual padecidas recientemente o tiempo atrá́s», señala el experto.

«A estos chicos, los incorporá́bamos a un grupo de apoyo y tratamiento. Los suicidios suceden continuamente pues, aunque el niño esté escolarizado, si no se integra, no se desarrolla con normalidad, no rinde en el colegio y sobre todo no rinde como rendía en el pasado. Cuando eso sucede hay que acudir a un mé́dico pediatra para descartar que tenga un problema de salud mental, que a veces es de difícil diagnóstico», matiza el catedrá́tico.

Cómo evitarlo

Para bajar esas tasas de intentos suicidas o las ideas y pensamientos suicidas, y mejorar los niveles de salud mental, se fueron detectando todos los problemas como depresió́n, trastornos de ansiedad, situaciones de abuso... «Pudimos demostrar que el procedimiento para intervenir en los colegios resultó́ ser eficaz y consiguió́ reducir las tasas del 7 al 4%», afirma Bobes.

Ante situaciones de riesgo, el Proyecto SEYLE da dos tipos de recomendaciones. Una para los propios adolescentes: expresar los sentimientos, tanto positivos como negativos; evitar el alcohol, el tabaco y las drogas; decir ‘no’ a lo que no se quiere hacer y denunciar el acoso. Ademá́s hay que seguir unos ‘trucos simples’ como divertirse, reí́r, tomarse un tiempo para hacer cosas que gustan, dormir bien, afrontar los problemas tan pronto aparecen y hacer una lista con 'cinco cosas buenas que hay en tu vida’.

Consejos para ayudar

La segunda lista de consejos se dirige a los que notan que un amigo tiene signos de depresió́n, estré́s o está atravesando una crisis. Lo primero es detectar una situacioón de peligro, escuchándolo. Si dice expresiones tales como «me odio», «desearí́a estar muerto», «todo el mundo se burla de mí́», «nadie se preocupa por mí́», «siempre se meten conmigo», «estoy cansado de vivir» o «no puedo má́s», entonces hay que alertar. Guardar el secreto solamente aumenta el riesgo.

Otros síntomas que pueden observarse en el amigo es si está́ má́s triste o pesimista de lo habitual, si ha perdido alegría o interé́s, si tiene cambios de humor o de hábitos alimentarios, si se autolesiona...

A pesar de estos avances, aún queda mucho por hacer, para lo que se está pidiendo ayudas al programa Horizonte 2020 para ampliar la investigació́n. Entre las asignaturas pendientes está mejorar la preparació́n de los profesores, pues el 94% «no se considera preparado para manejar situaciones de crisis», aunque más del 10% reconoce que alguna vez un alumno le habló́ de pensamientos de suicidio.

Intervenciones en situaciones de riesgo

No poner en ridículo al adolescente.

Escucharle y dedicarle má́s tiempo.

Ante sí́ntomas de ansiedad en el colegio, el profesor debe evitar exponerle ante sus compañeros y evitar hacerle las preguntas má́s complejas.

Dar apoyo psicoló́gico y psicosocial por parte de un grupo de intervenció́n.

En casos de gravedad, remitirles a un centro de salud mental infanto-juvenil. En ese centro los psiquiatras y psicó́logos clínicos que se dedican a la infancia y la adolescencia le proveerá́n de los cuidados adecuados.


VIA elcorreo.com

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