martes, agosto 05, 2014

Aficiones o adicciones


Las realizamos porque nos dan placer. Deporte, juegos de computador, deportes de riesgo. Pero ¿en qué momento dejan de  ser positivas y se vuelven disruptivas? ¿Puede una afición convertirse en una adicción?

La primera aclaración que hay que hacer, es que, estrictamente hablando, según las clasificaciones en psiquiatría, solo son adicciones aquellas que involucran sustancias químicas; así pues, la adicción al juego (ludopatía), la adicción al computador, a los deportes de riesgo o al deporte en general, no están categorizadas, pero sí se reconocen como problemas cuando comienzan a interrumpir y a dificultar la vida cotidiana, a desplazar la vida familiar, la pareja o el trabajo para convertirse en la primera preocupación de quienes la sufren o cuando responden a criterios de adicción como tolerancia y abstinencia.

Tolerancia: es decir, que cada vez se necesite más de esa sustancia que produce adicción para sentir el mismo placer, por ejemplo en el caso del alcohol posiblemente primero necesite dos copas, luego una botella y después cinco.

Abstinencia: al suspender la sustancia, el cuerpo la pide y se siente mal si no la tiene. Puede haber reacciones químicas o mentales.

Yo, ¿adicto?

No todo el mundo corre el riesgo de convertirse en adicto. Hay cierta predisposición genética, incluso algunas pueden preverse, como la adicción a la nicotina, al alcohol o a las sustancias psicotrópicas, pero otras, como la adicción al deporte, al trabajo o al sexo solo se detectan cuando ocurren.

Para que se hable de una adicción se requiere que la sustancia o actividad tengan la capacidad de generar modificaciones a nivel cerebral. Que el cerebro se acostumbre a trabajar con ellas y luego le haga falta. Esto es diferente a que una sustancia o actividad dé placer y produzca algún condicionamiento en su comportamiento, que genere un cambio psicológico.
Los mecanismos del placer

Los seres humanos generamos ciertas sustancias que determinan el placer, entre ellas la dopamina. Realizar actividades como comer, estar con la familia, compartir con la pareja o los hijos o ver un partido de fútbol producen placer y por lo tanto se repiten estas actividades para sentir de nuevo esa gratificación.

Lo que ocurre con las drogas, por ejemplo la heroína, es que aceleran la producción de dopamina en tal magnitud que roba toda la experiencia aprendida con las cosas cotidianas que dan placer. Se rompen todos esos circuitos que había y ya no son suficientes, “no saben a nada” y la búsqueda de esta nueva explosión de gratificación se vuelve incesante y frenética.

En la ludopatía ocurre otro fenómeno que se reconoce en psicología, aunque no en psiquiatría, y es la gratificación no por la experiencia en sí, sino por la expectación, es decir, la esperanza de ganar. Puede que la persona no gane nunca, pero la posibilidad de hacerlo mantiene los niveles de dopamina altos y puede estar horas y horas jugando sin parar.

Búsqueda de sensaciones

Nuevos estudios señalan que una de las características de las personas con déficit de atención es que están permanentemente en busca de sensaciones o actividades que los concentre y los “atrape”. Por eso un niño hiperactivo posiblemente no se concentre en las tareas, en un libro, pero sí puede pasar horas jugando con su Playstation.

Esto hace que sean personas con predisposición a realizar actividades que les generen mayor activación cerebral o les permita liberar adrenalina, como practicar deportes de riesgo y aumenta también el riesgo de uso de sustancias. ¡Ojo! No quiere decir que todos los deportistas de riesgo o adictos a sustancias sean hiperactivos, pero sí se sabe que las personas hiperactivas pueden tener la predisposición para serlo.

Repetimos aquello que nos genera placer. La alerta viene cuando esa actividad desplaza todas las actividades de una vida normal y altera la calidad de vida.

Trastornos de control de impulsos

Hay una serie de comportamientos que se acercan a la adicción y que, aunque no hacen parte del DSM5, deben ser tratados. Es importante consultar con un especialista  para descartar que no sean trastornos comunes que nos llevan a estos excesos,  pero que no necesariamente son adicción. Algunos de los más comunes son:

Adicción  a la comida: no se trata simplemente de “disfrutar comer”. La adicción a la comida cumple los criterios de tolerancia y abstinencia y se da sobre todo con comidas ricas en sal, azúcar y grasas que disparan los receptores del placer. Algunos estudios señalan que puede ser un factor clave en la obesidad.

Cleptomanía: necesidad compulsiva de robar cosas, independientemente de si se necesitan, su valor o quién es su poseedor original.

Piromanía: se caracteriza por una atracción patológica hacia el fuego que se alivia cuando se inicia uno.

“Adicción al  computador”: uso por tiempo anormal del computador, que afecta  la vida cotidiana, relaciones, trabajo y calidad de vida de quien lo sufre.

“Adicción  al ejercicio”: realizar ejercicio activa  la adrenalina, las endorfinas y este constituye uno de sus beneficios, pero una adicción es una necesidad progresiva  de realizar cada vez más esta actividad, ya no por razones de salud o bienestar sino por necesidad.

“Adicción al sexo”: es un trastorno  común, se presenta  en personas que adoptan conductas de riesgo y múltiples relaciones sexuales buscando gratificación. Esta condición también cumple los criterios de tolerancia y abstinencia y necesita acompañamiento psicológico y  siquiátrico.

Fuente:sura.com

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