miércoles, febrero 19, 2014

El primer marcador biológico de la depresión permitirá un diagnóstico mejor

La presencia de cifras elevadas de cortisol, hormona que se asocia al estrés, en adolescentes con síntomas, multiplica por catorce las probabilidades de desarrollar depresión.




Saber si una persona tiene o no depresión ha sido siempre una cuestión muy subjetiva, especialmente en los niños y adolescentes. Pero es posible que por fin exista una prueba física y cuantificable. Basta un simple test de saliva para medir los los niveles de una hormona, el cortisol, para determinar si una persona, en este caso un adolescente, tiene riesgo de sufir este trastorno mental.

De alguna manera el hecho de poder medir físicamente un marcador va a facilitar el diagnóstico de aquellas personas con depresión. La presencia de cifras elevadas de cortisol, hormona que se asocia al estrés, en los adolescentes varones que poseen además la sintomatología de la depresión, multiplica por catorce las probabilidades de desarrollar depresión.

Por eso, los investigadores de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, aseguran haber identificado el primer biomarcador -una señal biológica- de la depresión y consideran que gracias a esto se podría identificar aquellos niños que podrían tener un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad y así proporcionar tratamiento preventivo.

La depresión, mayor o clínica, es un grave problema de salud mental que afecta a una de cada seis personas en algún momento de su vida. Sin embargo, hasta ahora no se habían identificado biomarcadores para la depresión mayor. «Ahora disponemos de una manera muy real de identificar a los adolescentes con mayor probabilidad de desarrollar depresión lo que puede ayudar a orientar estratégicamente los programas de prevención e intervención en estos individuos», afirma Ian Goodyer de la Universidad de Cambridge. Para Matthew Owens, otro autor del estudio que se publica en «PNAS», «el nuevo biomarcador permitirá un enfoque más personalizado de aquellos niños con un mayor riesgo de depresión».

Adolescencia

Las tasas estimadas de trastorno depresivos oscilan entre el 2-4% en la preadolescencia y un 10-20% para el final de la adolescencia. El pronóstico es mucho peor cuando la depresión se inicia durante la adolescencia que cuando lo hace en la edad adulta. Además, los adolescentes no tratados tienen una mayor probabilidad de consumir drogas, de problemas sociales de adaptación, de enfermar e incluso de suicidio.

En el estudio que ahora publica «PNAS», los investigadores evaluaron los niveles de cortisol en la saliva de los adolescentes participantes en dos grandes estudios del Reino Unido. El primer grupo lo formaron 660 adolescentes, y 1.198 adolescentes el segundo. Los investigadores obtuvieron información sobre sus síntomas de depresión, además de tomar muestras de saliva para cuantificar los niveles de cortisol.

En función de los resultados los expertos clasificaron a los participantes en 4 grupos: del primero, formado por aquellos con niveles normales de cortisol por la mañana y bajos síntomas de la depresión, hasta el cuarto, que incluía a los que tenían cifras elevadas de cortisol matutinas y síntomas de depresión. Ese último lo formaban uno de cada seis participantes (17%).

Gracias a que los dos estudio dieron resultados idénticos, Goodyer y sus colegas han podido analizar la probabilidad de desarrollar depresión mayor y otros trastornos psiquiátricos durante 12 a 36 meses en toda la muestra, 1.858 adolescentes. De esta forma vieron que los jóvenes del cuatro grupo eran siete veces más propensos que los del grupo 1, y de dos a tres veces más que en los otros dos grupos, a desarrollar depresión clínica. Un análisis más detallado reveló que los niños del cuarto grupo tenían 14 veces más probabilidades de sufrir depresión mayor que los del primero, y que además eran de dos a cuatro veces más propensos que cualquiera de los otros dos grupos. Sin embargo, estos datos diferían en función del sexo: los varones tenían mucho mayor riesgo, mientras en las chicas no se observaba esta relación.

Los investigadores esperan que el hecho de disponer de un biomarcador fácilmente medible -cortisol elevado en personas con síntomas depresivos- permita identificar a los niños con un mayor riesgo y, así, diseñar estrategias públicas de salud mental para este subgrupo.

La identificación de marcadores biológicos para la depresión ha sido proceso sido lento y frustrante, reconoce John Williams, del Wellcome Trust, «pero parece que por fin tenemos un biomarcador para la depresión clínica». Williams cree que este enfoque puede conducir a la identificación de más biomarcadores, además de aportar datos muy interesantes sobre las diferencias de género en las causas y la aparición de la depresión.

Diagnosticar la depresión de forma anticipada en los más jóvenes es desde luego un reto. Los actuales métodos para el diagnóstico de la depresión son algo subjetivos. Se basan en la capacidad del paciente de explicar sus síntomas y la habilidad y formación del profesional médico para interpretarlos. Este sistema fracasa especialmente entre los adolescentes, una edad en la que se es muy vulnerable a la depresión y es especialmente complicado diagnosticar con precisión debido a los cambios de ánimo normales durante este período.

Por eso, hallazgos como el de este biomarcador y otras aproximaciones, como los análisis de sangre en los que se mide un conjunto específico de los marcadores genéticos que se encuentran en la sangre de un paciente, son grandes logros en el manejo de esta epidemia mundial.

Fuente abc.es

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