miércoles, enero 25, 2012

La ansiedad de separación

El trastorno por ansiedad de separación es quizá el más frecuente de los que encontramos en la infancia. Los niños y niñas que lo padecen sufren terriblemente ante la posibilidad de tener que distanciarse de sus padres o cuidadores durante un cierto período de tiempo, además de preocuparse continuamente por cuestiones como dónde estarán o si les habrá ocurrido algo malo.

Recordemos que el miedo a la separación es algo evolutivamente normal. El hecho de que nos vinculemos con las personas más cercanas a nosotros desde que somos pequeños hace que aumenten considerablemente nuestras posibilidades de supervivencia. Sin embargo, si esta circunstancia se mantiene durante demasiado tiempo y además los propios padres no van permitiendo al pequeño que poco a poco vaya enfrentándose a la vida por sí mismo, puede suceder que el infante muestre dificultades en su crecimiento personal.

Por otra parte, apuntar que este trastorno suele iniciarse entre los 6 y los 9 años, pudiendo producirse antes, y es bastante más frecuente en niñas. Además, cuenta con algunas peculiaridades, como el hecho de que se haya relacionado con la presencia de agorafobia en la edad adulta o que se plantee su influencia en la denominada “fobia escolar”. De hecho, muchos autores consideran que, tal y como mostrábamos en el ejemplo de más arriba, una negativa a ir a la escuela suele producirse por el miedo del pequeño a separarse de sus padres. Sin embargo, otros tantos plantean que son las propias características del colegio (burlas de los compañeros, miedo a hablar en clase, preocupación por los exámenes…) las que provocan tal rechazo, por lo que hay discrepancias.

Es importante resaltar las quejas repetidas de síntomas físicos que suelen manifestar los niños que presentan el trastorno ante la anticipación de una futura separación. Así, no es de extrañar la aparición de dolores de cabeza, barriga o incluso de vómitos, como respuesta a la temida situación.

Entre las posibles causas que se barajan para la aparición del problema encontramos un exceso de sobreprotección por parte de los padres, el haber sufrido experiencias traumáticas de separación (hospitalización, muerte de algún progenitor…), el involuntario refuerzo negativo de los padres ante las quejas del niño en situaciones de distanciamiento (consolando al pequeño, dejando de salir por sus llantos…) e incluso la presencia del propio trastorno en los padres de forma residual.

El tratamiento para este problema suele ser muy variado, yendo desde la exposición paulatina a situaciones de separación hasta el reforzamiento positivo mediante premios por sus logros, pasando por ensayos en imaginación acerca de las situaciones temidas.

Fuente: somospsico.com

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