martes, marzo 14, 2017

Cómo curarse de la depresión

El concepto depresión resulta muy general puesto que cada diagnóstico tiene matices concretos. Existen dos grandes grupos para clasificar la depresión desde un punto de vista clínico. Existe un tipo de depresión situacional que se produce como una reacción del paciente ante una situación externa que ha actuado como un detonante de ese malestar anímico.

Es decir, este tipo de depresión exógena, está originada por un factor externo aunque puede ocurrir que el paciente tenga una condición previa que le hace más vulnerable ante esa situación. Por ejemplo, vivir una etapa de vulnerabilidad en la que al peso de esa tristeza se suma otra situación que termina por desbordar las fuerzas del protagonista.

Depresión endógena

Sin embargo, existe otro tipo de depresión en el que el paciente padece un malestar vital generalizado sin una razón concreta aparente, es decir, sin que haya ocurrido un hecho determinado que justifique ese llanto y esa pena. En ese caso, hablamos de depresión endógena. Este tipo de depresión está producida por algún aspecto bioquímico del individuo.

El diagnóstico de este tipo de depresión puede ser más complejo, y todavía más, dar con el tratamiento farmacológico que realmente ayuda al paciente a superar su malestar. Sin embargo, este tratamiento se combina con la terapia psicológica en la que el paciente expresa a través de la palabra sus nudos emocionales.

No solo existen dos grandes grupos de depresión, sino que también pueden darse diferentes grados en ambos campos. Por esta razón, no todos los pacientes necesitan un tratamiento farmacológico, sino quienes sufren los síntomas más graves.

No es sencillo hablar en términos estadísticos de porcentajes de depresión, por la sencilla razón de que muchas personas que la sufren no son diagnosticadas al no acudir a terapia para pedir ayuda. Hombres y mujeres, de cualquier estrato social, pueden sufrir de un modo potencial una depresión. Existen muchos estereotipos negativos en torno a esta enfermedad. Por ejemplo, el prejuicio superficial de creer que como una persona tiene aparentemente todo lo que necesita para ser feliz, no puede deprimirse de este modo. Ahí radica precisamente la complejidad de la depresión, en que es una enfermedad que trasciende a los factores externos e incluso, a la propia voluntad.

Melancolía y tedio

Desde el punto de vista emocional, actualmente recibe el nombre de depresión lo que a nivel histórico se identificaba como una melancolía permanente. Tomás de Aquino también describió en su momento la acedia, o tristeza espiritual, como un malestar cuyos síntomas se identifican con el tedio que hoy acompaña a la depresión.

¿Y cómo curar la depresión? El primer paso y el más importante, reconociendo el propio malestar y pidiendo ayuda.

Porque la depresión se cura. Ese es el mensaje que me gustaría enviar en este post. Sin embargo, cuando atravesamos una situación de este tipo necesitamos pedir ayuda. Y debemos confiar en aquella persona que por competencia profesional y por formación puede ayudarnos: el psicólogo o el psiquiatra. Un primer paso es hablar con el médico de cabecera que es quien te informará sobre aquellos pasos que debes dar.

A modo de lectura terapéutica, te recomiendo el libro “Las gafas de la felicidad“, un título de Rafael Santandreu, conocido por el bestseller, “El arte de no amargarse la vida“. Obras muy recomendables en ambos casos.

Via psicoblog.com

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