viernes, marzo 13, 2015

Las preocupaciones y el estrés destruyen nuestro sistema inmunitario

La verdad es que no es algo que os sorprenda, pero para asegurarnos veremos que está científicamente demostrado que a mayor estrés menos defensas tenemos o peor actúan. El estrés es una de las dolencias más comunes de la sociedad contemporánea. Quizás sea el trabajo, los medios de comunicación o la tecnología, no lo sé, pero lo cierto es que las personas están cada vez más agobiadas por el ritmo de vida que llevan.

Suele estar acompañado por situaciones de mucha ansiedad, angustia, fuerte cansancio, agotamiento y bajo rendimiento. Todos sabemos, o podemos imaginar, cómo opera la presión y el estrés en nuestra vida cotidiana.  Pero aún hay más: el estrés nos hace más vulnerables a sufrir enfermedades.

Ante una situación extrema, nuestro cuerpo reacciona liberando hormonas como la adrenalina, que nos brinda la posibilidad de un mejor desempeño ante la amenaza. Si alguien nos persigue o nos golpea, es posible que corramos más rápido y tengamos más fuerza que de costumbre. Y no solo liberamos hormonas (conocidas como hormonas del estrés) sino que, además, «apagamos» algunas otras funciones corporales que requieren mucha energía, como la digestión.

Ahora bien, ese esfuerzo adicional no es gratis: nuestro cuerpo debe recuperarse. Cuando se trata de una situación aislada, no tendremos mayores problemas en recuperarnos rápidamente, mas cuando se trata de situaciones recurrentes, el cuerpo humano se verá resentido.

Cuando nos preocupamos en exceso y sobre muchas cosas al mismo tiempo, activamos nuestra «respuesta de estrés» para poder hacer frente a todas ellas. Las constantes preocupaciones, ya sea de tipo familiar, laboral o financieras, son las fuentes más comunes de este tipo de estrés, que no permite que nuestro organismo vuelva a la normalidad.

No es extraño, entonces, que las personas que sufren mucho estrés también sufran otro tipo de dolencias, fundamentalmente digestivas, como acidez, estreñimiento o malestar en general.

Si bien es cierto que un poco de presión nos puede hacer funcionar de forma más eficiente, los episodios de excesivos niveles de estrés, entendido como una situación de opresión constante o muy prolongada en el tiempo, puede afectar negativamente nuestra producción de células de defensa inmunológica.

Además de afectar el normal funcionamiento del sistema digestivo, el estrés crónico también afecta directamente el sistema inmunológico, reduciendo o dificultando la producción de glóbulos blancos, que son la principal herramienta de defensa del organismo ante invasores externos.

Esto nos hace más vulnerables a adquirir todo tipo de virus y enfermedades que no podemos combatir apropiadamente. Del mismo modo, los expertos señalan que en los niños es especialmente peligroso debido a que el estrés crónico  puede llegar a suprimir la segregación de la hormona de crecimiento.

Además, en las mujeres puede causar alteraciones en el ciclo menstrual, y en los hombres todo tipo de problemas sexuales, como la pérdida de la libido sexual o disfunción eréctil.

Fuente: conectad.es

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